El papa arremete contra los hipercapitalistas occidentales
En el Evangelii Gaudium, el papa Francisco ha
criticado la moderna economía de mercado occidental por ser inhumana y
pecaminosa. Como resultado de ello, el documento ha irritado a comentaristas
estadounidenses hipercapitalistas que no veían conflicto entre sus creencias
cristianas y sus valores consumistas irresponsables.
En la exhortación, que está a disposición del
público en el sitio web del Vaticano, el papa Francisco considera "la
economía de exclusión y desigualdad", como un sistema equivalente al
asesinato, que viola el mandamiento cristiano de no matar. El papa describe los
valores consumistas propagados por Wall Street como insensibles e incluso
asesinos.
Significativamente, el Evangelii plantea que la
injusticia ya no sólo se caracteriza por la opresión y la explotación, sino por
un nuevo problema generalizado de exclusión social. Debido a la "cultura
de prosperidad", que valora las ganancias económicas personales por sobre
la humanidad, los consumistas son incapaces de ver a través de los ojos de los
excluidos. El papa declara que "esas vidas atrofiadas por falta de
oportunidades parecen un mero espectáculo" para otros que obtuvieron
cómodas vidas de consumidores.
El pontífice describe la obsesión por las
ganancias sobre las personas como una "crisis humana", el resultado
de un sistema de valores equivalente a la idolatría. El mercado se ha
"deificado", argumenta. El derecho de los Estados y otras autoridades
públicas de confianza para cumplir con su deber ético de ayudar a los pobres es
marginado por el culto idolátrico de las inhumanas fuerzas del mercado como única
solución a los problemas sociales.
En la exhortación, hay un rechazo específico a las
teorías de la "filtración" de la economía, así como una condena a la
idea de la extrema derecha de que los países pobres y los elementos sociales
sólo pueden culpar a su propia pereza por la falta de oportunidades. El papa
puede ver cómo la ideología consumista arrogante promovida por los gobiernos
occidentales no ha cumplido, y la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor
a nivel mundial como consecuencia de ello.
En un argumento con una gran base, el pontífice
aborda los problemas de la seguridad global, y no ve valor en las ideas de
seguridad ad-hoc de las potencias arrogantes que reaccionan cada vez con más
fuerza y vigilancia en respuesta a sus propias fallas ideológicas:
"Cuando una sociedad - ya sea local, nacional
o global - está dispuesta a marginar a una parte de sí misma, ningún programa
político o recursos invertidos en los sistemas de aplicación de leyes o de
vigilancia puede garantizar indefinidamente la tranquilidad. Este no es el
caso, simplemente, porque la desigualdad provoca una reacción violenta por
parte de los excluidos del sistema, pero esto se debe a que el sistema
socioeconómico es injusto desde su raíz. Del mismo modo que la bondad tiende a
propagarse, la tolerancia del mal, que es la injusticia, tiende a expandir su
influencia funesta y, silenciosamente, socava cualquier sistema político y
social, por muy sólido que parezca".
El papa Francisco sostiene que el empleo del
mercado como fuente de regulación y de valores de la civilización, conduce a
una "tiranía" que niega toda dignidad humana y los derechos en favor
de los beneficios sin fin, y que debe haber un mayor control ético sobre las
finanzas y la economía. Francisco cita a San Juan Crisóstomo, presionando a los
ricos para que entregaran de sus riquezas a los que más lo necesitan:
"No compartir la propia riqueza con los
pobres es robarles a ellos y quitarles su sustento. No son nuestros propios
bienes los que mantenemos, sino los suyos."
En otras palabras, la riqueza de una sociedad sólo
debe ser juzgada por el bien que se proporciona a los menos afortunados, y no
hay ninguna justificación cristiana para los tesoros de acaparamiento que
necesitan las personas que han sufrido por la disminución de sus oportunidades.
Esto está totalmente de acuerdo con las enseñanzas de Jesús, que animó a sus
seguidores a separarse de sus posesiones terrenales (Mateo 19:21).
Aunque el papa Francisco pueda sólo estar
reformando la Iglesia para salvarla de un pasado reciente, caracterizado por el
escándalo y las acusaciones de hipocresía, sus palabras contra el capitalismo
rampante parecen haber despertado la preocupación de quienes, aparentemente,
prefieren que los hipócritas se mantengan hipócritas. En concreto, algunos
comentaristas políticos en Estados Unidos.
Rush Limbaugh, comentarista conservador
estadounidense, ha catalogado las declaraciones del papa de "marxismo
puro", y esta visión es aparentemente compartida por su público. Del mismo
modo, Stuart Varney de Fox News se sintió ofendido por los comentarios del papa
sobre la sociedad, diciendo: "Creo que quiere influir en mi política"
y "Yo sólo voy a la Iglesia para salvar mi alma." Esta reacción se
produce a pesar del hecho de que el pontífice Francisco no estaba abogando por
una revolución, sino por moderación.
El papa se limita a aducir que la ética debe
desempeñar un papel más importante, y que la "primacía del ser
humano" debe estar por encima de la tendencia a favor de las ganancias
ilimitadas. Incluso si, en última instancia, todas las crueldades económicas no
pueden ser superadas por la ética, las crueldades del sistema dejarán de ser
idolatradas. El papa expresa que la alternativa correcta es la introducción de
la ética para obligar al sistema financiero a afrontar mejor a la sociedad y
las necesidades humanas, en lugar de pisotearlas.
Los reproches de comentaristas como Limbaugh y
Varney, esencialmente, reflejan que los cristianos no deben practicar lo que
predica su religión cuando se trata de política, y pueden obtener la salvación
como hipócritas. Esto, en su opinión, se justifica por la separación de la
Iglesia y el Estado. Sin embargo, dado que los actos morales incluyen
necesariamente actos políticos, es poco probable que el juicio de Dios esté
atado por las iteraciones del siglo XIX de la separación entre la Iglesia y el
Estado, en cuanto a la evaluación de la conducta moral de un individuo en su
vida.
La Biblia habla de Jesús afirmando que la forma en
que se gastan las riquezas de una persona, influye en sus posibilidades de
entrar en el cielo (Marcos 10:25), por lo que cualquier idea de que el
cristianismo permite la hipocresía se basa en un sofisma. Las declaraciones
hostiles de los hipercapitalistas cristianos, que atacan la sinceridad del
actual papa, son las reacciones de hipócritas asustados por la enseñanza social
real del cristianismo.