miércoles, 27 de agosto de 2014

CARTA ABIERTA A EL SER UNO… Hola Ser Uno, una pregunta, siento que he despertado a la luz de la sabiduría, unidad y amor, pero luego de un periodo volví a la densidad del mundo ilusorio ¿Por qué pasa esto? ¿Hay un retroceso? ¿Qué significado tiene? ¿Todos pasan por esto?... Edu.
RESPUESTA: Estimado Edu….Despertaste a la luz de la sabiduría, unida y amor... Es maravilloso… pero no puedes quedarte suspendido en esa realidad contemplativa, hermosa y elevada ya que tu alma se encuentra encarnada en esta realidad densa e ilusoria. Lo ideal es que transformes con la sabiduría de tu LUZ y AMOR la densidad del mundo ilusorio, trabajando en tratar de convertir este mundo de ilusión, en una realidad verdadera de UNIDAD, ARMONÍA, PAZ Y AMOR. Este es el trabajo de todos nosotros, hacer que esta realidad SUBCONSCIENTE, oscura, sin luz y amor, se convierta en una realidad CONSCIENTE de elevado Conocimiento, Entendimiento y Amor.
Al creer estar elevado y lleno de LUZ y AMOR te sentiste protegido y construiste una auto-defensa, colocándote dentro de una burbuja que te aisló de un mundo cruel, violento, oscuro, sin luz y sobre todo sin amor. Dentro de esa burbuja pudiste contemplar el mundo como un espectador y mientras que estuviste allí, nada ni nadie podía hacerte daño. Estabas inmerso en sentimientos de Paz, Armonía y belleza. Llegó un día que la vida material te volvió a llamar… compromisos, pagos, proyectos, trabajo, estudios, familia etc. debiste salir de tu burbuja y regresar a una realidad densa, la cual siempre has rechazado desde el fondo de tu corazón. NO podemos huir, ni mantenernos eternamente suspendidos en una nube de algodón. El dolor y sufrimiento es parte de la materia y como tal, nuestra alma debe aprender a lidiar con todo lo que pertenece a su realidad-emocional, para poder transformarla en sentimiento de LUZ y AMOR.
Generalmente todos nosotros por enseñanzas recibidas y equivocadas, hemos creído que somos: “Humanos viviendo una experiencia Espiritual” y no es así, es lo contrario, somos: “Espíritus viviendo una experiencia Humana”… al cambiar este concepto, entenderemos lo que realmente hemos venido hacer en este planeta. Hacer nuestro trabajo no solo es realizarlo en nosotros mismos o mejorar, elevar, trascender y más… es también con todo lo que nos rodea y también con el planeta, el cual es nuestro único hogar. Al ser Espíritus viviendo una experiencia humana, es nuestro deber y obligación en cada encarnación, ir mejorando día a día el lugar que el creador nos otorgó y el habitad donde nos desarrollamos. Esta es la forma y la estela de LUZ y AMOR que dejaremos en cada vida que nos tocó vivir, y sobre todo, dar nuestro granito de arena e ir transformando y sanando positivamente a nosotros mismos, nuestra familia y al planeta que tanto lo necesita… ¡¡EL UNIVERSO NECESITA TRABAJADORES Y GUERREROS DE LA LUZ!!... Camino del Ser.
El reconocimiento del espíritu

Vídeo del capítulo 31. VI. Un Curso de Milagros


Un Curso De Milagros

Capítulo 31

El reconocimiento del espíritu

O bien ves la carne o bien reconoces el espíritu. En esto no hay términos medios. Si uno de ellos es real, el otro no puede sino ser falso, pues lo que es real niega a su opuesto. La visión no ofrece otra opción que ésta. Lo que decides al respecto determina todo lo que ves y crees real, así como todo lo que consideras que es verdad. De esta elección depende todo tu mundo, pues mediante ella estableces en tu propio sistema de creencias lo que eres: carne o espíritu. Si eliges ser carne jamás podrás escaparte del cuerpo al verlo como tu realidad, pues tu decisión reflejará que eso es lo que quieres. Pero si eliges el espíritu, el Cielo mismo se inclinará para tocar tus ojos y bendecir tu santa visión a fin de que no veas más el mundo de la carne, salvo para sanar, consolar y bendecir.
La salvación es un deshacer. Si eliges ver el cuerpo, ves un mundo de separación, de cosas inconexas y de sucesos que no tienen ningún sentido. Alguien aparece y luego desaparece al morir; otro es condenado al sufrimiento y a la pérdida. Y nadie es exactamente como era un instante antes ni será el mismo un instante después. ¿Qué confianza se puede tener ahí donde se percibe tanto cambio? ¿Y qué valía puede tener quien no es más que polvo? La salvación es el proceso que deshace todo esto. Pues la constancia es lo que ven aquellos cuyos ojos la salvación ha liberado de tener que contemplar el costo que supone conservar la culpabilidad, ya que en lugar de ello eligieron abandonarla.
La salvación no te pide que contemples el espíritu y no percibas el cuerpo. Simplemente te pide que ésa sea tu elección. Pues puedes ver el cuerpo sin ayuda, pero no sabes cómo contemplar otro mundo aparte de él. Tu mundo es lo que la salvación habrá de deshacer, permitiéndote así ver otro que tus ojos jamás habrían podido encontrar. Cómo va a lograrse esto no es algo que deba preocuparte. No comprendes cómo apareció ante ti lo que ves, pues si lo comprendieses, desaparecería. El velo de la ignorancia está corrido igualmente sobre lo bueno que sobre lo malo, y se tiene que traspasar para que ambas cosas puedan desaparecer a fin de que la percepción no encuentre ningún lugar donde ocultarse. ¿Cómo se puede hacer esto? No se puede hacer en absoluto. Pues ¿qué podría aún quedar por hacer en el universo que Dios creó?
Sólo la arrogancia podría hacerte pensar que tienes que allanar el camino que conduce al Cielo. Se te han proporcionado los medios para que puedas ver el mundo que reemplazará al que tú inventaste. ¡Hágase tu voluntad! Esto es verdad para siempre tanto en el Cielo como en la tierra, independientemente de dónde creas estar o de lo que creas que la verdad acerca de ti mismo debe realmente ser. Independientemente también de lo que contemples, y de lo que elijas sentir, pensar o desear. Pues Dios Mismo ha dicho: "Hágase tu voluntad". Y, consecuentemente, se hace.
Tú que crees que puedes ver al Hijo de Dios como quisieras que fuese, no olvides que ningún concepto que abrigues de ti mismo puede oponerse a la verdad de lo que eres. Erradicar la verdad es imposible. Pero cambiar de conceptos no es difícil. Una sola visión que se vea claramente y que no se ajuste a la imagen que antes se percibía, hará que el mundo sea diferente para aquellos ojos que hayan aprendido a ver porque el concepto del yo habrá cambiado.
¿Eres invulnerable? Entonces el mundo te parece un lugar inofensivo. ¿Perdonas? Entonces el mundo es misericordioso, pues le has perdonado sus ofensas, de modo que te contempla tal como tú lo contemplas a él. ¿Eres un cuerpo? Entonces ves en cada hermano un traidor, listo para matar. ¿Eres espíritu, inmortal y sin la más mínima posibilidad de corrupción ni mancha alguna de pecado sobre ti? Entonces ves estabilidad en el mundo, pues ahora es absolutamente digno de toda tu confianza: un lugar feliz en donde descansar por un tiempo, en donde no hay nada que temer, sino sólo amar. ¿Le negarían los puros de corazón la bienvenida a alguien? ¿Y qué podría herir a los que son verdaderamente inocentes?
¡Hágase tu voluntad, santa criatura de Dios! No importa si crees estar en el Cielo o en la tierra. Lo que la Voluntad de tu Padre ha dispuesto para ti jamás ha de cambiar. La verdad en ti permanece tan radiante como una estrella, tan pura como la luz, tan inocente como el amor mismo. Y tú eres digno de que se haga tu voluntad.
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¿Qué es el ego?


El ego no es otra cosa que idolatría; el símbolo de un yo limitado y separado, nacido en un cuerpo, condenado a sufrir y a que su vida acabe en la muerte. Es la "voluntad" que ve a la Voluntad de Dios como su enemigo, y que adopta una forma en que Esta es negada. El ego es la "prueba" de que la fuerza es débil y el amor temible, la vida en realidad es la muerte y sólo lo que se opone a Dios es verdad.
El ego es demente. Lleno de miedo, cree alzarse más allá de lo Omnipresente, aparte de la Totalidad y separado de lo Infinito. En su demencia cree también haber vencido a Dios Mismo. Y desde su terrible autonomía "ve" que la Voluntad de Dios ha sido destruida. Sueña con el castigo y tiembla ante las figuras de sus sueños: sus enemigos, que andan tras él queriendo asesinarle antes de que él pueda proteger su seguridad atacándolos primero.
El Hijo de Dios no tiene ego ¿Qué puede saber él de la locura o de la muerte de Dios, cuando mora en Él? ¿Que puede saber de penas o de sufrimientos, cuando vive en una dicha eterna? ¿Que puede saber del miedo o del castigo, del pecado o de la culpabilidad, del odio o del ataque, cuando lo único que le rodea es paz eterna, por siempre imperturbable y libre de todo conflicto, en la tranquilidad y silencio más profundos?
Conocer la realidad significa no ver al ego ni a sus pensamientos, sus obras o actos, sus leyes o creencias, sus sueños o esperanzas, así como tampoco los planes que tiene para su propia salvación y el precio que hay que pagar por creer en él. Desde el punto de vista del sufrimiento, el precio que hay que pagar por tener fe en él es tan inmenso que la ofrenda que se hace a diario en su tenebroso santuario es la crucifixión del Hijo de Dios, y la sangre no puede sino correr ante el altar donde sus enfermizos seguidores se preparan para morir.
Una sola azucena de perdón, no obstante, puede transformar la obscuridad en luz y el altar a las ilusiones en el templo a la Vida Misma. y la paz se les restituirá para siempre a las santas mentes que Dios creó como Su Hijo, Su morada, Su dicha y Su amor, completamente Suyas, y completamente unidas a Él.
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