miércoles, 28 de septiembre de 2016

La falsa democracia impuesta a los pueblos por el capital financiero y las grandes corporaciones transnacionales

DolarAl capital financiero y a las grandes corporaciones transnacionales, en adelante el Capital, les interesa para su fines de acaparamiento de la riqueza y de los recursos naturales unas democracias sumisas y controlables que den rienda suelta al liberalismo económico -no confundir con la libertad de mercado y propiedad privada- tal y como lo entendía Milton Friedman, impulsor de la Escuela de Economía de Chicago. Su objetivo: Reducir el Estado a su mínima expresión.
Para Friedman, las únicas funciones del Estado consistían en: la protección de las libertades contra los enemigos del exterior y del interior, la defensa de la ley y el orden, garantizar los contratos privados y crear el marco para unos mercados competitivos globalizados, así como la de procurar la eficiencia de los mercados financieros. Es decir, un ejército que defienda el libre mercado en todo el mundo (política de defensa preventiva de EE.UU junto con sus socios de la OTAN) y que pueda actuar en el interior del país en defensa de los mismos intereses; unas leyes que coarten la libre manifestación de los ciudadanos ante las injusticias sociales; una policía que reprima las manifestaciones y disturbios e infunda temor entre los ciudadanos; unos sectores económicos y financieros completamente desregulados y la prevalencia de los sectores privados frente a los públicos, incluidos la educación y la salud igualitaria, por considerarla una interferencia injusta ante las leyes del mercado.
Como imponen la falsa democracia
Estamos viendo, casi a diario, como las fuerzas del Capital imponen a los pueblos soberanos sus estrategias depredadoras a través de los partidos políticos afines o sumisos a sus dictados. El poder real no está en los parlamentos nacionales, o en Europa en el Parlamento Europeo. Quienes toman las decisiones más  importantes son el Capital, mediante sus representados en el Banco Mundial (BM), el Banco de Pagos Internacional (BPI), el Fondo Monetario Internacional (FMI), y la Organización Mundial de Comercio (OMC), sin olvidar la Reserva Federal de EE.UU (FED), el Banco Central Europeo (BCE), los Bancos Centrales Nacionales, o los grupos de cabildeo al servicio de las corporaciones transnacionales que ejercen un poder monográfico y tecnocrático como agentes de una soberanía transnacional, incontrolable y deshumanizada.
El poder del Capital es ejercido en una democracia mediante los falsos opuestos ideológicos, derecha e izquierda, ya sean liberales o conservadores, comunistas, socialistas o socialdemócratas. Con ello crean dos grupos rivales aparentemente adversarios políticos que acaparan la atención de la ciudadanía en las luchas electorales que es controlada psicológicamente a través del sensacionalismo, la cretinización del público, la publicidad, y la propaganda en los medios de comunicación, ya sean públicos o privados. Un símil lo podemos encontrar en un rebaño de ganado donde el pastor guía al rebaño a donde quiere que vaya, con un perro situado a la derecha del rebaño y otro a la izquierda, impidiendo que se descarríe el ganado.
La propaganda es el medio más efectivo para adoctrinar a la ciudadanía, siempre lo ha sido y lo sigue siendo. Es así como la vieja técnica de persuasión, la arenga y el verbalismo vacio conduce la esterilidad mental. Como medio y como fin se utiliza la repetición de las ideas fuerza o las descalificaciones, ya sea para reafirmar la idea o para destruir al adversario político.
“La capacidad receptiva de la gran masa es sumamente limitada y no menos pequeña su facultad de comprensión; en cambio, es enorme su falta de memoria.. Teniendo en cuenta estos antecedentes, toda propaganda eficaz debe concretarse solo a muy pocos puntos y saberlos explotar como apotegmas hasta que el último hijo del pueblo se forme una idea de aquello que se persigue”. Mein Kampf. “Para convencer hay que afirmar, repetir y dar ejemplos”. Goebbels. Una mentira repetida cien veces se transforma en una verdad.
Esta vieja técnica de persuasión es utilizada a diario en los medios de comunicación públicos y privados, al servicio del Capital, a través de los informativos y de los tertulianos, en programas casi repetitivos en donde más que debatir, se arenga y se dan consignas.
En España, donde la mayoría de los medios de comunicación están en manos del Capital: bancos y fondos de inversión nacionales y extranjeros; el grado de manipulación y tergiversación informativa es asfixiante, en defensa de los intereses privilegiados del Capital.
El Capital consiente en una democracia la alternancia en los Gobiernos a los partidos políticos afines o sumisos que defiendan sus intereses; pero pone todas las trabas posibles a que otros partidos políticos no afines a sus dictados lleguen al poder; y cuando llegan al poder legalmente otorgado por la ciudadanía en unas elecciones democráticas, intentan derribarlo o lo derriban con métodos expeditivos. Lo vimos en el Chile de Allende, y lo estamos viendo en la Venezuela bolivariana; al igual que lo han intentado, y lo seguirán intentando, en la Grecia de Syriza, o lo intentan en España con el partido político emergente de Podemos.
Quienes nos gobiernan repiten a diario que vivimos en una Europa democrática, y que los parlamentos nacionales y el europeo son la expresión de la voluntad popular y así lo corroboran los medios de comunicación, lo cual es una verdad a medias, ya que la democracia del Capital se limita a autorizar a la ciudadanía cada tres o seis años a decidir quienes les representaran en el gobierno y en el parlamento, bajo la premisa de quienes les representen tienen que ser afines o sumisos a sus dictados, de lo cual ya se encargan de transmitir los medios de comunicación controlados por el propio Capital. La falsa democracia es ejecutada entre bastidores y no a través de los parlamentos que solo sirven para engañar a la ciudadanía y conferir legitimidad a la dictadura de clase, transformándose la democracia en una dictocracia.
Esta falsa democracia la pudimos observar en el 2005, cuando el 12 de enero, el Parlamento Europeo aprobó una resolución que recomendaba a los Estados miembros que ratificaran la Constitución Europea.
En España el texto de la Constitución Europea fue aprobado en referéndum en 2005, con una campaña de bajo nivel e información que se tradujo en una participación paupérrima del 42,23 %, no sin antes fuese denunciada la campaña del gobierno como ilegal por su parcialidad y a favor del sí. Tanto el PP como el PSOE junto con el PNV y CiU hicieron campaña a favor del sí, frente a los demás partidos de izquierda, ONGs, y asociaciones como Attac, que propugnaban el no a una Constitución Europea de corte liberal. No a la Europa de los mercaderes y si a la Europa de los ciudadanos, se decía por entonces, como ahora se sigue diciendo.
Pero cuando el pueblo francés en 2005 votó contra el texto que imponía la Unión Europea, una Constitución que institucionalizaba el capitalismo, sonó la alarma en el mundo del Capital. Y el miedo se amplió seis meses después, cuando los electores de Holanda en un referéndum similar rechazaron también el proyecto. ¿Por ventura el mundo del Capital aceptó el veredicto popular? No.
Inesperadamente, sin embargo, los irlandeses habían, en referendo, rechazado el monstruo constitucional. La presión y el chantaje ejercidas sobre aquel pueblo fueron tales que, meses después, en otro referendo, el No pasó al Sí.
A partir de entonces no hubo más referendos en países de la Unión Europea y los parlamentos aprobaron dócilmente el célebre Tratado de Lisboa el 13 de diciembre de 2007, sustituyendo a la Constitución Europea. En Portugal, el gobierno «socialista» de Sócrates archivó para el efecto el compromiso de su partido de confiar al pueblo la decisión.
Los gobiernos cambiaron el titulo del Tratado Constitucional, introdujeron alteraciones cosméticas, pero, en vez de someterlo nuevamente a la votación del pueblo, transfirieron a los parlamentos la decisión. El desenlace fue el esperado: en Francia y en Holanda el proyecto recompuesto fue fácilmente aprobado en 2008.
La alianza de conservadores, liberales, socialistas y socialdemócratas había funcionado al unísono. Los falsos opuestos ideológicos habían vencido y contentado al Capital.
Deslegitiman a quienes no comparten sus ideas
Ahora en Europa estamos viendo como se deslegitima y vilipendia a los partidos políticos emergentes con fuerte apoyo de la ciudadanía, que están en descuerdo con las políticas austericidas que se están aplicando desde la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, brazos ejecutores del Capital.
El nuevo Gobierno griego de Syriza tuvo que soportar, antes de su elección, feroces descalificaciones a sus políticas programáticas que le venían desde el poder del capital financiero, económico y político de otros gobiernos y partidos en la órbita ideológica de los falsos opuestos. Pero las descalificaciones más duras al nuevo Gobierno de Grecia le vinieron del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, quien a su llegada a la reunión de los ministros de Finanzas de los 19 países del euro, espetó ante los medios de comunicación: “Lo siento por los griegos. Han elegido un gobierno que de momento se comporta de manera bastante irresponsable”. No cabe tan maña desfachatez antidemocrática en un responsable político.
A Podemos, el nuevo partido emergente en España, le está pasando lo mismo que al partido griego Syriza, no hay día que no sufran el desprestigio de sus dirigentes y las descalificaciones de sus propuestas, todavía sin desarrollar en profundidad y pendientes de aprobar por la ciudadanía inscrita en dicho partido. Se le descalifica y vilipendia desde el Gobierno; desde los líderes del partido que sustenta al Gobierno; desde los líderes de los partidos sumisos al Capital; desde los opinadores y tertulianos en los medios de comunicación. Se les quiere comparar con el Chavismo de la Venezuela bolivariana a la que acusan de ser una dictadura, cuando es una de las democracias más avanzadas de la América Latina, y a la que han intentado derribar con un golpe de estado, del que no han informado los principales medios de comunicación españoles, como así lo ha testificado Ignacio Ramonet, periodista y director de Le Monde Diplomatique, en la conferencia “Comprender Venezuela” celebrada en Madrid, los días 1, 2 y 3 de marzo, y recogido por Tercera Información.
El Gobierno de España, presidido por Rajoy, y los dirigentes del Partido Popular, no solo vilipendian y descalifican a Podemos como fuerza emergente que puede poner en peligro su poder de volver gobernar; sino que han limitado las libertades de la ciudadanía para acallar las protestas y manifestaciones en contra del austericidio económico y de las corruptelas financieras que ha sumido a la sociedad entre la desesperación y la indiferencia. La aprobación de la nueva Ley de Seguridad Ciudadana (“Ley Mordaza”) y la reforma del Código Penal aprobadas en el Parlamento por el Partido Popular a instancias del Gobierno no pretenden otra cosa que atemorizar a la ciudadanía para que no manifieste su indignación en protestas sociales. Hasta tal punto es un atropello a las libertades públicas de la ciudanía, que los expertos en Derechos Humanos de la ONU han instado al Gobierno de España a que recapacite sobre la reforma de dichas leyes, por contener aspectos contrarios al derecho internacional.
El Capital, a través de sus lacayos políticos ha transformado la Constitución Española, pasando de facto, de “Un Estado social y democrático de Derecho” a “Un Estado liberal y democrático de Derecho”, y en donde, además, se han vulnerado los “Derechos fundamentales y de las libertades públicas” de la ciudadanía.
Los objetivos que persigue el Capital no son otros que conseguir hacer realidad el pensamiento de Milton Friedman: Menos Estado, más mercado y menos impuestos a los ricos. Pensamiento neoliberal que aplicaron Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido; y para ello necesitan imperiosamente que los Gobiernos sean afines o sumisos a sus objetivos; y que los partidos políticos que los sustentan también lo sean.
Cuando la democracia sólo nos da el sentimiento de participar en la política… Cuando el dinero y las finanzas son el único poder real que rige todo… entonces, democracia es la palabra falsa. Convirtiendo el sistema democrático en una falsa democracia.
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