jueves, 12 de noviembre de 2015

EVOLUCIÓN Y RACIONALIDAD
Las palabras clave para los tiempos futuros serán EVOLUCIÓN y RACIONALIDAD. Por encima de las palabras patriotismo, tradición, fe y todos las demás que la estulticia o los intereses creados de unos cuantos –instrumentos de los dioses—han ido creando a lo largo de los siglos para tener a los hombres entontecidos con falsos valores y peleando entre sí.
Una evolución racional y conforme a las necesidades y a las capacidades humanas que, lejos de excluir el resto de los valores dignos, los englobará y los realzará, pero colocándolos en el lugar que les corresponde dentro de la realización total del hombre como ser autónomo y realmente inteligente.
Y los dioses, que se busquen algún otro antropoide sobre el que parasitar y alimentarse a través de su energía y emociones. Primero lo perfeccionarán fisiológicamente, para que su cerebro sea capaz de producir lo que a ellos les interesa, y luego le darán mandamientos religiosos, principios éticos y ardores patrióticos, para que su cerebro no siga evolucionando y se limite a producir las “ondas” que a ellos les gustan. Y el pobre antropoide sacralizará esos mandatos y pensará que el propósito de su vida es cumplirlos… ¡sin saber que esos credos son los que lo hacen un esclavo!
No quiero terminar sin insistir en algo que considero importante. Ya hemos dicho que tenemos que evolucionar en tres niveles:
1). INTELECTUALMENTE, sabiendo y conociendo cada día más; y capacitándonos para comprender mejor el mundo y el universo que nos rodea.
2). MORALMENTE, siendo cada día mejores, más respetuosos con los derechos de los demás y del recto orden de la naturaleza, y defendiendo el bien y la justicia.
3). ESTÉTICAMENTE, cambiando nuestros gustos primitivos y materialistas en otros más dignos de mentes evolucionadas.
Pero en este evolucionar estético está incluido algo que ha sido siempre mirado muy sospechosamente por los ascetas de todas las religiones, y contra lo que han tronado todos los moralistas aguafiestas, que tanto han florecido en todas las sectas de las diferentes religiones: la “fruicio”, es decir, el goce de las muchas cosas bellas que hay en este mundo.
No solo hay que amar la belleza, sino que hay que tratar de crearla, según las posibilidades de cada uno; y hay que disfrutarla, porque la belleza solo tiene sentido si es disfrutada por alguien.
Según la teología clásica –la que los dioses falsos, disfrazados de Dios verdadero, nos inculcaron— este mundo es un valle de lágrimas a donde venimos a hacer méritos --mediante el sacrificio y la renunciación— para la vida futura. Pero, según la mueva teología que estamos empezando a construir, este mundo es un peldaño en el infinito ascender de todo el universo, de lo menos perfecto a lo más perfecto; y el sufrir “para hacer méritos para otra vida” es algo que no tiene sentido. Como tampoco lo tiene el dejar de disfrutar lo bueno y lo bello que nos brinda la vida, pudiéndolos gozar sin menoscabo de nadie. No hacerlo es menospreciar algo que nos ha sido dado precisamente para que lo disfrutemos.
Usando la terminología de los creyentes en un Dios personal, disfrutar de la vida sin menoscabo de nadie es “dar gloria a Dios”, al usar inteligentemente las cosas que Él ha dado. No disfrutar –armoniosa y moderadamente— de todos aquellos placeres que están a nuestra mano, bien sea por ofrecérselos a Dios, o por la idea de que puede ser pecado, es actuar neciamente, víctimas de complejos y de ideas absurdas que ya va siendo hora que sacudamos con decisión de nuestras mentes.
Convenzámonos de que DIOS QUE PIDE DOLOR Y SACRIFICIOS ES UN DIOS FALSO; y DIOS QUE PIDE ADORACIÓN ES UN DIOS VANIDOSO y, por lo tanto, también falso.
Hombre del siglo XXI, ¡rebélate contra tanta aberración que te ha sido predicada como “palabra de Dios”. Lo que hasta hoy se te ha presentado como tal, no son sino mentiras de los dioses. Rebélate contra ella y contra ellos.
Comienza a vivir, por fin, como ser racional, usando sin miedo tu propia mente, que es el gran don que el verdadero Dios te ha dado para que te defiendas de los dioses y de los pobres hombres que aquellos usan como sus representantes.
Luchemos todos por construir un mundo más armónico y feliz, en el que en vez de ser fieles a una fe y a unos principios que nos separan, seamos fieles a la racionalidad y al amor que nos hace a todos hermanos.

Miedo al silencio

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Llevo tiempo buceando en mi psique, buscando una explicación al porqué, muchos de nosotros, al menos a mi me ha pasado siempre, no conseguimos encontrar la forma de parar esa “musiquilla” de fondo que suena en el interior de nuestra mente, lo queramos o no. Canciones y músicas que se ejecutan automáticamente en el “back-stage” de nuestros procesos mentales. No es que sea malo, ni siquiera molesta en la mayoría de ocasiones, pero es posible que os hayáis descubierto a vosotros mismos observando vuestros pensamientos, y siempre toparos con alguna música, o canción, que “suena”, como si una radio estuviera encendida, por ahí dentro. Nunca le damos mayor importancia, y yo lo he tomado siempre como que, una parte de mi afición a la música, se mantenía “activa”, cantando, de fondo, con alguno de mis Yos secundarios al mando, como el que tararea mientras hace alguna otra actividad, sin darse cuenta que lo está haciendo.
Pero el ir trabajando los Yos, borrándolos, unificándolos, eliminando programas y patrones mentales, e ir consiguiendo cada vez más “silencio” interior, con menos ruido en la cabeza, me hace notar esa musiquilla cada vez de forma más patente. Cuando hay poco ruido en una habitación, hasta una mosca parece un tornado, así que cuantos menos “yos” hablan en la psique, cualquier cosa que detectamos (si conseguimos tener al yo observador o al yo del ser al mando de la misma), se hace tremendamente patente.
Finalmente, con las herramientas de trabajo que tengo, y un poco de introspección y meditación, he ido tratando de encontrar el origen de la musiquilla de fondo. Al principio, nada raro, parecía, a visión interna, como un programa más en las esferas mentales, recogiendo “datos” (las canciones) almacenadas en algún rincón de mi cuerpo mental, durante años y años de escuchar y disfrutar de la música y reproduciéndolas de forma automática. Sin embargo, al tratar de eliminarlo, algo lo impide. Raro es, al trabajar con la aspecto energía de la mónada para hacer sanaciones (ya hablamos de eso en algún otro artículo anteriormente, pero como recordatorio, todos nosotros, a nivel de esencia o mónada, poseemos los tres aspectos fundamentales de los componentes de la Creación, el aspecto materia, el aspecto energía y el aspecto consciencia, que “atraemos” hacía la dimensión física desde su posición “atemporal” y espacial en su propia “dimensión”), pues literalmente los programas y demás bloqueos que vamos detectando en los diagnósticos de la terapia energética se transmutan y eliminan rápidamente. Así que, ¿por qué este programa mental se resiste a ser “borrado”?. Algún aspecto de nosotros, más allá de la mente consciente, no desea que así sea. ¿La causa? Algo que aparece subyacente a todo esto: el miedo al silencio mental. Al silencio total en la cabeza.
Para no oír la voz del Yo Superior
No tenia constancia de que un ser humano pudiera tener “programado” el miedo al silencio. Literalmente, lo que veo en el interior de mi psique, es que, el programa ego, no permite que haya nunca “silencio” completo ya que entonces sería muy fácil oír constante y directamente la “voz de nuestro Yo Superior/ser”, y, por ende, por programación, desconectarnos, reprogramar o salirnos de los parámetros de control impuestos en nuestra mente al poder ser dirigidos más fácilmente por esa otra parte del complejo multidimensional que somos.
Hay básicamente dos formas, que yo conozca, de acallar el ruido mental. La primera es por imposición de la voluntad férrea de un Yo sobre los otros, y sobre el resto de los programas generadores de pensamiento y de ruidos. Es algo así como que, en un teatro lleno de gente, que murmuran y cuchichean sin parar, hacerles callar a todos los asistentes por la fuerza de la voluntad de uno de ellos, que se impone y mantiene al público a raya, sin decir ni mu. El teatro es la esfera de consciencia, y la psique, y el público son los múltiples Yos con sus programas asociados. La segunda forma es vaciando el teatro, básicamente, eliminando todos los Yos superfluos, y, por ende, con ello, todos sus programas, patrones y formas mentales asociadas. Yo opto por la segunda forma con las técnicas de sanación energética con las que trabajo, usando el potencial del aspecto energía de mi mónada, pero ambas son igual de válidas, como lo han demostrado las técnicas de meditación y control mental, mediante el ejercicio de la voluntad, que han ido surgiendo por doquier por todo el planeta.
Acallemos la mente por imposición de un Yo sobre los otros, o eliminando todos los Yos (lo cual es necesario, por otro lado, para obtener un Yo único que gobierne la personalidad que tenemos), la cuestión es que el miedo al silencio que existe en los parámetros del programa ego, parece hacer que seamos incapaz de bloquear la ejecución automática de canciones de “fondo” u otros ruidos mentales  (este es el que estoy usando como ejemplo). Aun no conozco la forma de reprogramar esto de forma consciente, ha habido alguna experiencia en los últimos meses, donde, literalmente, sin yo pedirlo, me he levantado por la noche a las tantas de la mañana notando o sintiendo como alguna otra parte de mi, posiblemente la que yo llamo mi Yo Superior, ha introducido algunos cambios en la gestión de mi psique, pero esto ha sucedido sin mi intervención consciente, como lo estoy tratando de hacer ahora, al menos para comprender como hacerlo, y que luego pudiera ser explicado a terceros.
Así nos programaron
Pero si existe el miedo al silencio mental como programa en la psique, es por qué, literalmente, a nuestros creadores y programadores, razas de antaño que siguen entre bambalinas, no les interesaba que hubiera un vacío absoluto de ruido en el interior de nuestras cabezas, que durara eternamente, y que se mantuviera siempre así, en silencio. Se que se pueden conseguir ratos de silencio total con técnicas de meditación, eso no es el problema, pues cuando te pones a meditar, y ejerces tu poder de voluntad para ello, se puede llegar a parar el ruido mental por completo, pero eso no es lo que tenemos que buscar, ya que al salir del rato de meditación, y volver al día a día, el ruido vuelve, y por ende, la voz de tu Yo Superior vuelve a verse ahogada en la miríada de blablablás internos. Por lo tanto, hay que encontrar la fórmula para acallar el 100% del tiempo de forma automática ese ruido artificial, mientras no se siga fragmentando la personalidad virtual con nuevos yos que vuelvan a llenar el teatro de gente, y vuelva a incrementarse ese reducto de “canciones de fondo”.
Descubrir que existe el miedo al silencio como parámetro en la psique es ya un paso al menos. Si los que nos diseñaron así tenían miedo de que hubiera silencio total en nuestra mente, si aprendemos a desprogramarlo, ¿estaríamos dispuestos nosotros a vivir sin ruido y sin parloteos? ¿sabríamos hacerlo? ¿nos sentiríamos extraños y desubicados? Quizás. Pero vale la pena comprobarlo, para ver que tipo de conexión directa y forma de ver las cosas se obtiene cuando la única voz que oyes en tu psique, además de la “voz” de tu “yo” en cuestión, es la voz interna de tu conciencia (la de tu Yo Superior).
Tomado del sitio:http://davidtopi.com/ 

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