jueves, 2 de octubre de 2014

La salud en nuestras manos
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Sólo podemos enfermar de aquello que nos completa. Todo síntoma nos aporta información sobre el estado de nuestra conciencia. No hay verdadero peligro si miramos hacia adentro.

por Laura Gutman
En épocas de gripes y anunciadas pandemias, fomentamos el miedo en vez de la salud. Información parcial, noticias catastróficas y fuera de contexto promueven el temor, mientras se pide a la población que no entre en pánico, en una contradicción insostenible.
Es verdad que cualquiera de nosotros puede “contagiarse” y enfermar. Es más: tenemos derecho a enfermar, a tomarnos un respiro y apartarnos de nuestras rutinas cotidianas. Para lograrlo, necesitaremos utilizar los viruspara realizar la enfermedad. Incluso podemos afirmar que no hay nada más saludable que enfermar, entendiendo que es la manera de recuperar el equilibrio perdido.
Sin embargo, para enfermar, tendremos que recurrir a instancias mucho más potentes que los virus: necesitaremos sentimientos o dolores no reconocidos, hartazgos o conflictos internos sin solución aparente y el deseo de apartarnos y distanciarnos, erigiendo enemigos por doquier. También precisaremos comida de mala calidad o alejada de nuestra naturaleza personal. Quiero decir, comemos lo que luego nos enferma y pensamos lo que luego nos enferma.
Esto significa que el equilibrio físico y psíquico está en nuestras manos y depende de nosotros mucho más que de los temibles virus externos. Aunque no lo parezca, ésta es una excelente noticia. Porque podemos hacer algo muy concreto. ¿No queremos enfermar? Pues bien, abandonemos completamente la leche y sus derivados. Completamente significa completamente: yogures, postres, flanes, cremas, helados, manteca, chocolate. En los niños pequeños, esta debería ser la regla. ¿Es muy difícil? ¿Acaso es más fácil tolerar las virulentas gripes que nos tienen aterrados que sostener una dieta momentáneamente rigurosa?
Ahora bien, supongamos que prestamos una estricta atención al alimento, aún tendremos que abordar el territorio de los dolores afectivos. Eso es más complejo, pero no imposible. Como mínimo, preguntémonos qué nos aportaría una enfermedad respiratoria en este momento de nuestras vidas. ¿No tenemos ninguna pista? Pidamos ayuda, para ver aquello que enceguecidos por nuestras propias opiniones, no alcanzamos a vislumbrar.
En lugar de alimentar el miedo o de aislarnos, sepamos que sólo podemos enfermar de aquello que nos completa,  y que todo síntoma nos aporta información sobre el estado de nuestra conciencia. No hay verdadero peligro si miramos hacia adentro.
www.animalespiritual.com

Un Curso De Milagros
Lección 19

No soy el único que experimenta los efectos de mis ensamientos


Un Curso De Milagros

LECCIÓN 19

No soy el único que experimenta los efectos de mis ensamientos

La idea de hoy es obviamente la razón por la que lo que ves no te afecta a ti solo. Notarás que las ideas que presentamos relacionadas con el acto de pensar a veces preceden a las que están relacionadas con la percepción, mientras que en otras ocasiones se invierte ese orden. Eso se debe a que el orden en sí no importa. El acto de pensar y sus resultados son en realidad simultáneos, ya que causa y efecto no están nunca separados.
Hoy volvemos a hacer hincapié en el hecho de que las mentes están unidas. Rara vez se acoge bien esta idea al principio, puesto que parece acarrear un enorme sentido de responsabilidad, e incluso puede considerarse como "una invasión de la vida intima". Sin embargo, es un hecho que no existen pensamientos privados. A pesar de tu resistencia inicial a esta idea, ya entenderás que para que la salvación sea posible, esta idea tiene que ser verdad. Y la salvación tiene que ser posible porque es la Voluntad de Dios.
El minuto de búsqueda mental que se requiere para los ejercicios de hoy debe hacerse con los ojos cerrados. Repite primero la idea de hoy y luego escudriña tu mente en busca de aquellos pensamientos que se encuentren en ella en ese momento. A medida que examines cada uno de ellos, descríbelo en función del personaje o tema central que contenga, y mientras lo mantienes en la mente, di:
No soy el único que experimenta los efectos de este pensamiento acerca de ___.
El requisito de ser lo más imparcial posible al seleccionar los objetos para las sesiones de práctica ya te debe resultar bastante familiar a estas alturas, y de aquí en adelante no se repetirá diariamente, aunque se incluirá de vez en cuando a modo de recordatorio. No olvides, sin embargo, que seleccionar los objetos al azar en todas las sesiones de práctica seguirá siendo esencial hasta el final. Esta falta de orden en el proceso de selección es lo que hará que finalmente tenga sentido para ti el hecho de que no hay grados de dificultad en los milagros.
Además de las aplicaciones de la idea de hoy "según lo dicte la necesidad", se requieren por lo menos tres sesiones de práctica, aunque el tiempo requerido para las mismas podría acortarse si ello fuese necesario. No intentes hacer más de cuatro.
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