lunes, 7 de abril de 2014

Analogia de el Mito de la Caverna de Platón




Transformando la paz en guerra sin que nadie se de cuenta.

EL ALMA, NUESTRA MEJOR SICOLOGA.


Dioses Prohibidos
AZeng Hao

Decirle a alguien que sus tragedias fueron creadas y elegidas en el interior de si mismo no es algo fácilmente digerible para nadie.

Por Emilio Diaz Barrios

Decirle a alguien que sus tragedias fueron creadas  y elegidas en el interior de si mismo no es algo fácilmente digerible para nadie. Se nos ha prohibido ser Dioses. Se nos ha prohibido alzar la voz en medio de las multitudes y simplemente se nos ha relegado a un segundo plano en donde los otros, los símbolos y las religiones e incluso las instituciones del mundo han tomado control de la vida, de la manera más tradicional que se nos ha dado a conocer: la costumbre generacional.
Nuestra vida. Mi vida ha costado siglos enteros. He llegado a este punto después de millones de tiempos. Después de largas batallas, guerras y discusiones intelectuales referidas al sentido de la vida y a la adjudicación de la verdad por una parte del mundo que cegada, ha prohibido la celebración de las verdades múltiples, de la esencia mas profunda de la vida, que no es otra cosa que la creatividad elevada a la máxima potencia.
No dudo que al escribir este texto una parte indicada y conocida me tache de loco. Otros argumentaran exceso de idealismo. Y precisamente para ellos es a quienes escribo, para los que rechazarán mis ideas, porque ellos simbolizan mi sombra y todas mis inseguridades que ahora yo he asumido. Yo estoy acá, ahora, presente y eterno, seguro, como un creador más. Estoy levantando árboles, construyendo nuevas versiones del mundo y derrumbando mis viejas y añosas estructuras mentales que no son sino el rechazo y la angustia que yo mismo me he profesado en algunas partes de mi alma.
Hablo a ustedes como si hablase a miles de espejos. En donde veo mi propio rostro sin nombre y forma, sino como una mezcla de luces y sombras que conforman una totalidad que sin saborear he aprendido a amar. Cada mirada certera, cada rostro de sorpresas no es sino la manifestación mas viva y delicada de mi alma que a través de cada uno de ustedes transita ahora a través mío.
Mis dedos vuelan. Se ha escrito un texto sin pensar o es quizá la eternidad la que ha hablado a través de mi persistente locura. Pero mi locura es razón de genialidad en sitios donde la mediocridad intelectual es la de saberse sabio y genio conforme al cumplimiento de las normas sociales y estéticas de un mundo que no es mas que un sueño de sueños.
Imagen: Zeng Hao
http://www.animalespiritual.com

Todos nosotros anhelamos la felicidad. Un estado de completa paz, satisfacción y amor. Buscamos la felicidad que es infinita.
Lamentablemente, la buscamos en el placer que es finito, y no la encontramos.
Confundiendo la felicidad con el placer, temblamos ante la sola idea del dolor, y creamos más dolor en nuestra vida al huir de él. La felicidad nos elude cuando actuamos de esta manera.
Pasamos la vida desdichados, porque buscamos la dicha en un lugar en el que nunca ha estado.
La buscamos en el placer y el dolor, y no la encontramos. El placer no es felicidad, ni el dolor, desdicha.
La desdicha es sólo el resultado de querer obtener nuestra felicidad del sistema de placer/dolor. Perseguimos el placer y nos damos cuenta de que tiene un límite que no podemos burlar. Huimos del dolor y nos damos cuenta de que tiene un lugar en la vida, sin importar cuanto le temamos.
La desdicha es producto de la ignorancia. La ignorancia del hecho de que el placer es sólo placer, y el dolor sólo dolor. La felicidad es otra cosa.
La felicidad ES, no nos acontece. Es permanente, no mutable. Es infinita porque está presente aunque los fenómenos sean cambiantes. Nos esforzamos por controlar todo y a todos, cuando confundiendo la felicidad con el placer, nos empeñamos en que este último no cambie, aún cuando sabemos que pasará.
Si nos instalamos en nuestro Ser, si nos instalamos en nuestra felicidad, podremos observar el desfile transitorio de placer/dolor del que consta la experiencia humana sin perder nuestra felicidad. La felicidad se experimenta, pues, gracias a la capacidad del ser humano de permanecer en su centro, en lo que el verdaderamente ES, sin identificarse con lo que le acontece; sin identificarse con el desfile de formas, nombres, olores, sabores, sonidos y sensaciones que desfilan ante él.
De ahí el valor del desapego.
El desapego no es negligencia, ni descuido. El desapego es la aceptación de que cambiará todo lo que tenga que cambiar, y que todo lo que cambia es porque tenía que cambiar. O podía hacerlo, por lo menos. El desapego es vivir en el centro, en lo que se Es, mientras se experimenta todo lo demás.
En suma:
No busques el Sol en la Tierra.
El Sol está en el Cielo.
La Tierra tiene cosas hermosas. Placer y dolor. Cosas grandes y pequeñas. Cosas que llegan y pasan. Y son hermosas. Se pueden ver mientras esté presente el Sol, y el Sol sigue existiendo mientras las observamos. Pero no son el Sol.
Busquemos el Sol en el Cielo y lo encontraremos.
Busquemos la felicidad en el Espíritu y la encontraremos. Cuando experimentemos placer. Y cuando experimentemos dolor. En realidad, hemos tenido momentos de felicidad tan totales, que hacen irrelevantes nuestra experiencia del placer y del dolor.
Podremos también influir en nuestra vida de forma que creemos más placer y menos dolor. Es verdadero que existe esta posibilidad, y es lícito hacer este esfuerzo.
Pero seamos sabios. Sepamos que la felicidad se encuentra más allá. En otro ámbito. En otro lugar. Sagrado. Divino. Inalterable. Allá en donde el placer, el dolor y los efectos de ambos no llegarán jamás. Allá, en el centro de lo que somos.
En el corazón. Si lo entiendes así.
Que seamos hijos de la Sabiduría y el Amor.
Que ya lo somos.
Que lo recordemos.
Que lo manifestemos.
Atte. El Loco
sacredmadness@hotmail.com
No tengo que hacer nada

Vídeo del capítulo 18. VII. Un Curso de Milagros


Un Curso De Milagros

Capítulo 18

No tengo que hacer nada

Tienes todavía demasiada fe en el cuerpo como fuente de fortaleza. ¿Qué planes haces que de algún modo no sean para su comodidad, protección o disfrute? De acuerdo con tu interpretación, esto hace del cuerpo un fin y no un medio, lo cual siempre quiere decir que todavía te atrae el pecado. Nadie que aún acepte el pecado como su objetivo, puede aceptar la Expiación. Por lo tanto, todavía no has aceptado tuúnica responsabilidad. Aquellos que prefieren el dolor y la destrucción no le dan la bienvenida a la Expiación.
Hay algo que nunca has hecho: jamás te has olvidado completamente del cuerpo. Quizá alguna que otra vez lo hayas perdido de vista, pero nunca ha desaparecido del todo. No se te pide que dejes que eso ocurra por más de un instante; sin embargo, en ese instante es cuando se produce el milagro de la Expiación. Después verás el cuerpo de nuevo, pero nunca como lo veías antes. Y cada instante que pases sin ser consciente de tu cuerpo te proporcionará una perspectiva diferente de él cuando regreses.
No hay ni un solo instante en el que el cuerpo exista en absoluto. Es siempre algo que se recuerda o se prevé, pero nunca se puede tener una experiencia de él ahora mismo. Sólo su pasado y su futuro hacen que parezca real. El tiempo lo controla enteramente, pues el pecado nunca se encuentra totalmente en el presente. En cualquier momento que desees podrías experimentar la atracción de la culpabilidad como dolor, y, por lo tanto, evitarías sucumbir a ella. La culpabilidad no ejerce ninguna atracción en elahora. Toda su atracción es imaginaria, y así, es algo en lo que se piensa en conexión con el pasado o con el futuro.
Es imposible aceptar el instante santo sin reservas a no ser que estés dispuesto, aunque sólo sea por un instante, a no ver el pasado ni el futuro. No te puedes preparar para él sin ubicarlo en el futuro. La liberación se te concede en el instante en que la desees. Son muchos los que se han pasado toda una vida preparándose y ciertamente han tenido sus momentos de éxito. Este curso no pretende enseñar más de lo que ellos aprendieron en el tiempo, pero sí se propone ahorrar tiempo. Tal vez estés tratando de seguir un camino muy largo hacia el objetivo que has aceptado. Es extremadamente difícil alcanzar la Expiación luchando contra el pecado. Son muchos los esfuerzos que se llevan a cabo tratando de hacer santo aquello que se odia y se aborrece. No es necesario tampoco que dediques toda tu vida a la contemplación, ni que te pases largos períodos de tiempo meditando con objeto de romper tu atadura al cuerpo. Todos esos intentos tendrán éxito a la larga debido a su propósito. Pero los medios son tediosos y requieren mucho tiempo, pues todos ven la liberación de la condición actual de insuficiencia y falta de valor en el futuro.
Tu camino será diferente, no en cuanto a su propósito, sino en cuanto a los medios. La relación santa es un medio de ahorrar tiempo. Un instante que tú y tu hermano paséis juntos os restituye el universo a ambos. Ya estás listo. Ahora sólo tienes que recordar que no tienes que hacer nada. Sería mucho más efectivo ahora que te concentrases únicamente en esto, que reflexionar sobre lo que debes hacer. Cuando la paz llega por fin a los que luchan contra la tentación y batallan para no sucumbir al pecado; cuando la luz llega por fin a la mente que se ha dedicado a la contemplación; o cuando finalmente alguien alcanza la meta, ese momento siempre viene acompañado de este feliz descubrimiento: "No tengo que hacer nada".
He aquí la liberación final que todos hallarán algún día a su manera y a su debido tiempo. Tú no tienes necesidad de ese tiempo. Se te ha economizado tiempo porque tú y tu hermano estáis juntos. Éste es el medio especial del que este curso se vale para economizarte tiempo. No aprovechas el curso si te empeñas en utilizar medios que le han resultado muy útiles a otros, y descuidas lo que se estableció para ti. Ahorra tiempo valiéndote únicamente de los medios que aquí se ofrecen, y no hagas nada más. “No tengo que hacer nada” es una declaración de fidelidad y de una lealtad verdaderamente inquebrantable. Créelo aunque sólo sea por un instante, y lograrás más que con un siglo de contemplación o de lucha contra la tentación.
Hacer algo siempre involucra al cuerpo. Y si reconoces que no tienes que hacer nada, habrás dejado de otorgarle valor al cuerpo en tu mente. He aquí la puerta abierta que te ahorra siglos de esfuerzos, pues a través de ella puedes escaparte de inmediato, liberándote así del tiempo. Ésta es la forma en que el pecado deja de ser atractivo en este mismo momento. Pues con ello se niega el tiempo, y, así, el pasado y el futuro desaparecen. El que no tiene que hacer nada no tiene necesidad de tiempo. No hacer nada es descansar, y crear un lugar dentro de ti donde la actividad del cuerpo cesa de exigir tu atención. A ese lugar llega el Espíritu Santo, y ahí mora. Él permanecerá ahí cuando tú te olvides y las actividades del cuerpo vuelvan a abarrotar tu mente consciente.
Mas este lugar de reposo al que siempre puedes volver siempre estará ahí. Y serás más consciente de este tranquilo centro de la tormenta, que de toda su rugiente actividad. Este tranquilo centro, en el que no haces nada, permanecerá contigo, brindándote descanso en medio del ajetreo de cualquier actividad a la que se te envíe. Pues desde este centro se te enseñará a utilizar el cuerpo impecablemente*. Este centro, del que el cuerpo está ausente, es lo que hará que también esté ausente de tu conciencia.
*N.T. Impecablemente que significa “de forma impecable”, no se basa aquí en el significado más usual de la palabra “impecable”: intachable, irreprochable, sino en el significado más literal de “sin pecado”.
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