martes, 8 de julio de 2014

Conny Méndez - Metafísica
EL PODER DE LA PALABRA
Hoy nos hemos topado con una fábula oriental muy antigua, escrita por Hsien-Sheng Liang, sobre el poder de la palabra. Esta fábula nos ha recordado mucho al Principio de Mentalismo del que tanto habla Conny Méndez en sus libros, en el que explica que todo lo que está en nuestras mentes y en nuestro interior, se refleja y se materializa en el exterior.
"La fábula de la rana sorda" o "El poder de la palabra"
Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo.
Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas.
Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Ella se desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible.
Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenia caso seguir luchando. Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo.
Cuando salió, las otras ranas le dijeron:"nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos".
La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo.
Lecciones
La fábula original de Hsien-Sheng Liang nos presenta dos lecciones importantes:
1. La palabra tiene poder de vida y muerte.
2. Una palabra destructiva dicha a alguien que se encuentre desanimado puede ser lo que lo acabe por destruir. Tengamos cuidado con lo que decimos.
Pero nos hemos encontrado con otra no tan explícita:
3. Una persona especial es la que se da tiempo para animar a otros.
Una referencia relacionada
En los Estados Unidos de Norteamérica, en la NASA , hay un poster muy lindo de una abeja, el cual dice así: "Aerodinámicamente, el cuerpo de una abeja no está hecho para volar; lo bueno es que la abeja no lo sabe".
¿Qué te parece si hacemos oídos sordos a las cosas negativas y comenzamos a animarnos y a hacer algo todos para que este tiempo que nos toca vivir, sea mucho mejor para todos?
Si te parece bien, súmate a la causa y comparte ésta fábula con todos los que estimas.
(Ilustración por Carolina Saint-Lawrence Castro)
Twitter: @ConnyMendez

Lectura del capítulo 26. X. Un Curso de Milagros: El fin de la injusticia.

Un Curso De Milagros

Capítulo 26

El fin de la injusticia

¿Qué es, entonces, lo que aún hay que deshacer para que puedas darte cuenta de Su Presencia? Solamente esto: la distinción que todavía haces con respecto a cuando está justificado atacar y cuando es injusto y no se debe permitir. Cuando percibes un ataque como injusto, crees que reaccionar con ira está justificado. Y así, ves lo que es lo mismo como si fuese diferente. La confusión no es parcial. Si se presenta, es total. Y su presencia, en la forma que sea, ocultará la Presencia de Ellos, pues a Ellos o se les conoce claramente o no se les conoce en absoluto. Una percepción confusa obstruye el conocimiento. Y no es cuestión de cuán grande es la confusión o de cuánto interfiere. Su mera presencia impide la de Ellos y los mantiene afuera donde no se les puede conocer.
¿Qué puede significar el hecho de que percibes algunas formas de ataque como si fuesen injusticias contra ti? Significa que tiene que haber otras que tú consideras justas. Pues de otro modo, ¿cómo se podrían juzgar algunas como injustas? Por lo tanto, a algunas se les atribuye significado y se perciben como sensatas. Y sólo otras se consideran insensatas. Y esto niega el hecho de que todas carecen de sentido, de que están desprovistas por igual de causa o consecuencias y de que no pueden tener efectos de ninguna clase. Su Presencia se nubla con cualquier velo que se interponga entre Su radiante inocencia y tu conciencia de que dicha inocencia es la tuya propia y de que le pertenece por igual a toda cosa viviente junto contigo. Dios no pone límites. Y lo que tiene límites no puede ser el Cielo. Por lo tanto, tiene que ser el infierno.
La injusticia y el ataque son el mismo error, y están tan estrechamente vinculados que donde uno se percibe el otro se ve también. Tú no puedes ser tratado injustamente. La creencia de que puedes serlo es sólo otra forma de la idea de que es otro, y no tú, quien te está privando de algo. La proyección de la causa del sacrificio es la raíz de todo lo que percibes como injusto y no como tu justo merecido. Sin embargo, eres tú quien se exige esto a sí mismo, cometiendo así una profunda injusticia contra el Hijo de Dios. Tú eres tu único enemigo, y eres en verdad enemigo del Hijo de Dios porque no reconoces que él es lo que  eres. ¿Qué podría ser más injusto que privarlo de lo que él es, negarle el derecho a ser él mismo y pedirle que sacrifique el Amor de su Padre y el tuyo por ser algo que no le corresponde?
Cuídate de la tentación de percibirte a ti mismo como que se te está tratando injustamente. Desde este punto de vista, tratas de encontrar inocencia únicamente en ti y no en ellos, a expensas de la culpabilidad de otro. ¿Puedes acaso comprar la inocencia descargando tu culpabilidad sobre otro? ¿Y noes acaso la inocencia lo que tratas de conseguir cuando lo atacas? ¿No será la represalia por tu propio ataque contra el Hijo de Dios lo que buscas? ¿No te hace sentir más seguro creer que eres inocente con respecto a eso, y que has sido una víctima a pesar de tu inocencia? No importa cómo se juegue el juego de la culpabilidad, alguien siempre tiene que salir perdiendo. Y alguien siempre tiene que perder su inocencia para que otro pueda apropiarse de ella, y hacerla suya.
Crees que tu hermano es injusto contigo porque crees que uno de vosotros tiene que ser injusto para que el otro pueda ser inocente. Y en ese juego percibes el único propósito que le adscribes a tu relación. Y eso es lo que le quieres añadir al propósito que ya se le ha asignado. El propósito del Espíritu Santo es que la Presencia de tus santos Invitados te sea conocida. A ese propósito no se le puede añadir nada, pues el mundo no tiene otro propósito que ése. Añadirle o quitarle algo a esa única finalidad es privar al mundo y privarte a ti mismo de todo propósito. Y toda injusticia que el mundo parezca cometer contra ti, tú la has cometido contra el mundo al privarlo de su propósito y de la función que el Espíritu Santo ve en él. Y de este modo, se le ha negado la justicia a toda cosa viviente sobre la faz de la tierra.
No puedes ni siquiera imaginarte los efectos que esa injusticia tiene sobre ti que juzgas injustamente y que ves tal como has juzgado. El mundo se vuelve sombrío y amenazante, y no puedes percibir ni rastro de la feliz chispa que la salvación brinda para alumbrar tu camino. Y así, te ves a ti mismo privado de la luz, abandonado en las tinieblas e injustamente desposeído de todo propósito en un mundo fútil. El mundo es justo porque el Espíritu Santo ha llevado la injusticia ante la luz interna, y ahí toda injusticia ha quedado resuelta y reemplazada con justicia y amor. Si percibes injusticias en cualquier parte, sólo necesitas decir:
  • Con esto niego la Presencia del Padre y la del Hijo.
  • Mas prefiero conocerlos a Ellos que ver injusticias,
    las cuales se desvanecen ante la luz de Su Presencia
  • http://acimi.com

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