sábado, 19 de noviembre de 2016

A LOS DIOSES LES GUSTA LA SANGRE
Los dioses de la antigüedad siempre pedían sangre, y la continúan pidiendo hoy; sangre de seres humanos y de animales. ¿Por qué? No lo sé con exactitud. ¿Extraen de la sangre algún producto que les sirve para algo? Tampoco lo sé con precisión, pero más adelante expondré mis sospechas. Lo único que sé con certeza, y que sabemos bien todos los que nos dedicamos a investigar el mundo de la ovnilogía y la panormalogía es que la sangre y ciertas vísceras son el común denominador entre los dioses del pasado y los ovnis de nuestros días.
Aunque ya traté este tema en mi libro “Israel pueblo-Contacto”, quiero profundizar aquí en él, porque es una gran clave para desentrañar todo este misterio.
Los eternos dubitantes, que constantemente están pidiendo pruebas concretas acerca de todos estos hechos misteriosos, cuando uno se las da –como en este caso, de la sangre—, las encuentran tan extrañas, y tan demasiado concretas que, de ordinario, en vez de servir para quitarles la duda, se la acrecientan. Pero el hecho está ahí, atestiguado no solo por todas las referencias de los historiadores antiguos, sino en la propia Biblia, donde vemos a Yahvé, página tras página, explicarle a Moisés qué era lo que quería que se hiciese con la sangre y con las vísceras de los animales sacrificados.
Nos imaginamos el pasmo de Moisés cuando, tras haberle preguntado a Yahvé cómo quería ser adorado, oyó que este le contestó dándole una serie de pormenores y de órdenes minuciosas de cómo debía degollar a los diferentes animales, qué es lo que debería hacer con las diferentes vísceras y, sobre todo, cómo tenía que manipular la sangre. Veamos un ejemplo del Levítico:
“Aarón se acercó al altar y degolló el novillo […] sus hijos le presentaron la sangre y mojando él su dedo, untó con ella las esquinas del altar y la derramó al pie del mismo. Quemó en el altar la grasa, los riñones y la redecilla del hígado de la víctima por el pecado, como Yahvé se lo había mandado a Moisés. Pero la carne y la piel las quemó fuera del campamento”.
A lo largo de la Biblia vemos que la sangre y las vísceras eran para Yahvé como una idea fija y obsesiva. (Es muy de resaltar que mientras solo se habla 160 veces de amor, se habla, en cambio, 280 veces de la sangre). Pero lo grave es que Baal, Moloc, Dagón, y otras entidades, les exigían lo mismo a los pueblos mesopotámicos; y Júpiter-Zeus les pedía idénticos sacrificios a griegos y romanos; y si saltamos a América nos encontramos con que Huitzilopochtli les pedía lo mismo a los aztecas, con el agravante de que este les exigía que, en ocasiones, la sangre fuese humana.
La mayoría de las tribus negras en las que no ha penetrado el cristianismo o el islam, siguen en la actualidadofreciendo sacrificios de sangre a sus dioses. Los ozugus del centro de África, por ejemplo, en el día de la gran solemnidad, se tumban en el suelo, mientras el supremo brujo-sacerdote los rocía abundantemente con la sangre de los animales sacrificados. ¿Qué hace el “Dios Único exigiendo lo mismo que los demás dioses? ¿Y por qué tiene que ser precisamente sangre y vísceras, algo tan difícil de conseguir para los pueblos pobres, tan fácilmente corruptible y hasta maloliente a las pocas horas, tan falto de relación con el amor y la obediencia que es lo que fundamentalmente se quiere simbolizar en los ritos? Indudablemente uno tiene derecho a sospechar que algo extraño hay en torno a la sangre, cuando tan universalmente la vemos relacionada con el fenómeno religioso.
En párrafos anteriores no solo relacionábamos el fenómeno ovni con lo que venimos llamando los dioses, sino que lo identificábamos totalmente, es decir, que los que hoy se nos manifiestan en los misteriosos ovnis son los mismos que en épocas pasadas se manifestaban como dioses a nuestros antepasados (a veces a bordo también de máquinas volantes, tal como nos dicen muchas historias antiguas), exigiéndoles adoración y sacrificios. Pues bien, en línea con esta idea e identificación, nos encontramos con otro hecho que no puede menos de llenarnos de pasmo, después de lo que hemos visto anteriormente.
El hecho desnudo e irrefutable es el siguiente: Los ovnis acostumbran con cierta periodicidad, a llevarse determinadas vísceras y, sobre todo, grandes cantidades de sangre que extraen de animales –preferentemente vacas y toros—que previamente han sacrificado en granjas. (A veces se llevan el animal completo, vivo). Estas carnicerías, que siempre suceden durante la noche, han ocurrido prácticamente en todo el mundo. (Del libro “Defendámonos de los dioses”, Ed. Algar, Madrid, 1984).
Pie de foto: Ritual azteca, ofreciendo el corazón al dios Huitzilopochtli

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