martes, 11 de febrero de 2014

EL JUEGO MÁGICO DE LA VIDA




Tus pensamientos determinan tu realidad, si sigues teniendo los mismos pensamientos de siempre (que son producto y reflejo de tu entorno), seguirás creando la misma realidad día tras día. Tus pensamientos y sentimientos coinciden exactamente con tu vida exterior porque es tu realidad exterior con todos sus problemas, condiciones y circunstancias la que está influyendo en cómo piensas y te sientes en tu realidad interior.

"Deja de ser tu" Jose Dispenza

COMO DEJAR DE SER VICTIMAS


Gran parte de nuestra experiencia vital es incomprensible, y sus causas parecen ajenas a nosotros cuando la mente se pregunta el porqué. Lo que sentimos y experimentamos algunas veces nos parece extraño, o indeseable.

El placer y el dolor son nuestra herencia material.

La dicha y la desdicha son nuestra herencia espiritual.

Tú puedes ser dichoso independientemente de las circunstancias que estés experimentando en vida. Algunos retos son más difíciles que otros, lo reconozco. Hay cosas que por amor o compasión no se le desean a nadie, porque no las deseamos para nosotros mismos. Es verdad.

También es verdad que existen muchas cosas que nos gustaría que no existieran y que seres queridos y no queridos experimentan aunque no nos guste su existencia. Aceptemos que existen y que algo podemos hacer al respecto. Elegir nuestra postura ante las mismas, por lo menos.

Todos nosotros anhelamos la felicidad. Un estado de completa paz, satisfacción y amor. Buscamos la felicidad que es infinita.

Lamentablemente, la buscamos en el placer que es finito, y no la encontramos.

Confundiendo la felicidad con el placer, temblamos ante la sola idea del dolor, y creamos más dolor en nuestra vida al huir de él. La felicidad nos elude cuando actuamos de esta manera.

Pasamos la vida desdichados, porque buscamos la dicha en un lugar en el que nunca ha estado.

La buscamos en el placer y el dolor, y no la encontramos. El placer no es felicidad, ni el dolor, desdicha.

La desdicha es sólo el resultado de querer obtener nuestra felicidad del sistema de placer/dolor. Perseguimos el placer y nos damos cuenta de que tiene un límite que no podemos burlar. Huimos del dolor y nos damos cuenta de que tiene un lugar en la vida, sin importar cuanto le temamos.

La desdicha es producto de la ignorancia. La ignorancia del hecho de que el placer es sólo placer, y el dolor sólo dolor. La felicidad es otra cosa.

La felicidad ES, no nos acontece. Es permanente, no mutable. Es infinita porque está presente aunque los fenómenos sean cambiantes. Nos esforzamos por controlar todo y a todos, cuando confundiendo la felicidad con el placer, nos empeñamos en que este último no cambie, aún cuando sabemos que pasará.

Si nos instalamos en nuestro Ser, si nos instalamos en nuestra felicidad, podremos observar el desfile transitorio de placer/dolor del que consta la experiencia humana sin perder nuestra felicidad. La felicidad se experimenta, pues, gracias a la capacidad del ser humano de permanecer en su centro, en lo que el verdaderamente ES, sin identificarse con lo que le acontece; sin identificarse con el desfile de formas, nombres, olores, sabores, sonidos y sensaciones que desfilan ante él.

El Loco
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El alumno feliz

Vídeo del capítulo 14- II. Un Curso de Milagros


Un Curso De Milagros

Capítulo 14

El alumno feliz

El Espíritu Santo necesita un alumno feliz en quien Su misión pueda llevarse a cabo felizmente. Tú que eres tan partidario de la aflicción, debes reconocer en primer lugar que eres infeliz y desdichado. El Espíritu Santo no puede enseñar sin este contraste, pues tú crees que la aflicción es felicidad. Esto te ha confundido tanto, que te has empeñado en aprender a hacer lo que nunca podrás hacer, creyendo que si no aprendes a hacerlo no serás feliz. No te das cuenta de que los cimientos sobre los que se basa este objetivo de aprendizaje tan extraño no tienen ningún sentido. No obstante, puede que aún tengan sentido para ti. Si tienes fe en lo que no es nada, encontrarás el "tesoro" que buscas. Pero habrás agregado una carga más a tu ya sobrecargada mente. Creerás que lo que no es nada es valioso y lo apreciarás. Para ti, un trocito de vidrio, una mota de polvo, un cuerpo o una guerra son todos una misma cosa. Pues si valoras una sola cosa que esté hecha de lo que no es nada, habrás creído que lo que no es nada puede ser valioso y que puedes aprender a hacer que lo que no es verdad lo sea.
El Espíritu Santo, que ve donde te encuentras, pero sabe que realmente te encuentras en otra parte, comienza Su lección de simplicidad con la enseñanza fundamental de que la verdad es verdad. Ésta es la lección más difícil que jamás tendrás que aprender y, al fin y al cabo, la única. La simplicidad es algo muy difícil para las mentes retorcidas. Observa todas las distorsiones que has hecho de lo que no es nada; todas las extrañas manifestaciones, sentimientos, acciones y reacciones que has urdido de ello. Nada te es tan ajeno como la simple verdad, ni hay nada que estés menos inclinado a escuchar. El contraste entre lo que es verdad y lo que no lo es, es perfectamente evidente; sin embargo, tú no lo ves. Lo que es simple y obvio no es evidente para los que desean fabricar palacios y ropajes regios de la nada, creyendo que éstos les convierten en reyes de áurea.
El Espíritu Santo ve esto y enseña simplemente que nada de ello es verdad. A esos infelices alumnos que quieren enseñarse así mismos lo que no es nada y que se engañan creyendo que es algo, el Espíritu Santo les dice con perfecta serenidad:
  • La verdad es verdad. Es lo único que importa, lo único que es real y lo único que existe. Permíteme hacer por ti la única distinción que tú no puedes hacer, pero que necesitas aprender. La fe que tienes en lo que no es nada te está engañando. Deposítala en mí, y yo, a mi vez, la depositaré delicadamente en el santo lugar donde le corresponde estar. Allí no encontrarás engaño, sino únicamente la simple verdad. Y la amarás porque la comprenderás.
  • Al igual que tú, el Espíritu Santo no creó la verdad. Al igual que Dios, Él sabe que la verdad es verdad. El Espíritu Santo lleva la luz de la verdad a las tinieblas y deja que resplandezca sobre ti. Y a medida que resplandece en ti, tus hermanos la ven, y al darse cuenta de que esta luz no es obra tuya, ven en ti mucho más de lo que tú mismo ves. Ellos serán los felices alumnos de la lección que esa luz les muestra porque les enseña a liberarse de lo que no es nada y de todas las obras de lo que no es nada. No podrán ver que las pesadas cadenas que parecen atarlos a la desesperación no son nada hasta que tú les lleves la luz. Se darán cuenta entonces de que las cadenas han desaparecido y de que, por lo tanto, no podían haber sido nada. Y tú te darás cuenta de esto junto con ellos. Y puesto que les enseñaste lo que es la felicidad y la liberación, ellos se convertirán en tus maestros de liberación y felicidad.
    Cuando le enseñas a alguien que la verdad es verdad, lo aprendes con él. Y así aprendes que lo que parecía ser lo más difícil de entender es lo más fácil. Aprende a ser un alumno feliz, pues jamás aprenderás cómo hacer que lo que no es nada sea todo. Pero date cuenta de que ésa ha sido tu meta, y reconoce cuán descabellada ha sido. Alégrate de que haya sido des-hecha, pues cuando la examinas honestamente, queda des-hecha. Dije anteriormente: "No te conformes con lo que no es nada", pues has creído que lo que no es nada podía hacerte feliz. Mas eso no es verdad.
    Si quieres ser un alumno feliz tienes que entregarle al Espíritu Santo todo lo que has aprendido para así desaprenderlo. Y luego empezar a aprender las gozosas lecciones que se suceden rápidamente sobre los sólidos cimientos de que la verdad es verdad. Pues lo que se construye sobre ellos es verdad, y está basado en la verdad. Todo un universo de aprendizaje se revelará ante ti en toda su maravillosa simplicidad. Y puesto que tendrás la verdad ante ti, no desearás volver la vista atrás.
    El alumno feliz satisface las condiciones del aprendizaje en este mundo, de la misma forma en que satisface las condiciones del conocimiento en el Reino. Todo ello se basa en el plan del Espíritu Santo para liberarte del pasado y revelarte el camino hacia la libertad. Pues la verdad es verdad. ¿Qué otra cosa podía o pudo jamás serlo? En esta simple lección se encuentra la llave de la lóbrega puerta que crees está cerrada para siempre. Construiste esa puerta de la nada, y detrás de ella no hay nada. La llave no es más que la luz que con su resplandor desvanece las siluetas, formas y temores de lo que no es nada. Acepta de las manos de Cristo esta llave que abre la puerta de la libertad para que puedas unirte a Él en la santa misión de difundir la luz. Pues, al igual que tus hermanos, no te das cuenta de que la luz ha llegado y de que te ha liberado del sueño de las tinieblas.
    Ve a tus hermanos libres, y aprende de ellos cómo liberarte de las tinieblas. La luz que refulge en ti los despertará, y ellos no dejarán que sigas durmiendo. La visión de Cristo se otorga en el mismo instante en que se percibe. Allí donde todo es claro, todo es santidad. La quietud de su simplicidad es tan irresistible que te darás cuenta de que es imposible negar la simple verdad, pues no hay nada más. Dios está en todas partes y Su Hijo mora en Él junto con todo lo demás. ¿Cómo puede entonar cantos fúnebres cuando esto es cierto?
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