domingo, 6 de octubre de 2013

Cerebro, Dios y Física Cuántica 1. El Poder Del Pensamiento.

Mooji ~ La propia imagen es Solo un Holograma del Ser "Maya"

Pilas, es nuestro planeta

Experimento en elevador subtitulado

EL HOMBRE ANTES DE ADAN…

Las cápsulas fecales podrían "revolucionar" la medicina

Científicos han descubierto que poner excrementos de personas sanas en píldoras ayuda a tratar las infecciones intestinales extremas. Investigadores curaron a 28 pacientes que estaban graves, a quienes los antibióticos fuertes no les hicieron efecto.

Medio millón de estadounidenses se infectan por Clostridium difficile cada año, y alrededor de 14.000 personas mueren. Esta especie bacteriana produce náuseas, calambres y diarrea. Antibióticos muy potentes y caros son capaces de eliminar al Clostridium difficile, pero también matan a las bacterias 'buenas' que se encuentran en el intestino, dejando al paciente más vulnerable a futuras infecciones.
Recientemente, los estudios han demostrado que los trasplantes fecales, es decir, heces de un donante sano, pueden restaurar ese equilibrio. Incluso hay videos en YouTube que enseñan cómo realizar un tratamiento similar en casa con ayuda de un enema.

Thomas Louie, especialista en enfermedades infecciosas en la Universidad de Calgary, ideó un método que va más allá: un tratamiento comestible para cada paciente.
Procesó las heces donadas, que en la mayoría de los casos provienen de un familiar del enfermo, en el laboratorio para extraer las bacterias 'asesinas'. Luego las envasó en cápsulas de gel con cobertura triple para que no se disuelvan hasta que alcancen los intestinos.

"No se trata de heces, sino de las bacterias fecales. Nuestros pacientes no están comiendo excrementos", explicó Louie, citado por el servicio de prensa de su universidad. Además, las píldoras no son malolientes, ya que los contenidos no se liberan. Al alcanzar el colon las cápsulas se abren y se implantan las bacterias 'buenas'.

Los médicos están probando congelar las heces, ya que este proceder no daña a las bacterias, para poder almacenar los excrementos y trasportarlos a cualquier lugar donde un paciente los necesite.



Texto completo en: http://actualidad.rt.com/


Autor: Eduard Punset
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Claustrofobia

Por Eduardo Punset


 La persistencia de la memoria, de Salvador Dalí (Imagen: WikiPaintings).
the-persistence-of-memoryYa no hay remedio. No puede hacerse nada. El tiempo pasado estos últimos días es el que marca las tonalidades y los recuerdos más recientes. La gente ha postergado al pasado, definitivamente, lo que se vivió en verano. De los detalles, es cierto, recordamos algo; de las grandes tendencias o pautas apenas sabemos ya nada.

¿Detalles? Nunca he olvidado la noche que cené con una persona que estaba en la mesa de al lado y que, aunque nunca lo pude imaginar, acabaría conociendo como al ser más querido. Se me ha ido de la memoria, en cambio, el momento en que decidí aposentarme en aquel restaurante o el motivo por el que lo hice. Me quedaron grabados para siempre, por el contrario, el color violeta oscuro de las servilletas y, sobre todo, sus ojos grises. ¿Por qué una cosa y no otra?

Hoy en día –gracias a haberlo experimentado– sabemos que la memoria hace lo que quiere con las grandes tendencias o acontecimientos que han rodeado el evento que nos interesa recordar. En cambio, tendemos a no olvidar el detalle con una intensidad inesperada. Pero son recuerdos entrecortados en los que se mezcla la obcecación con el detalle, con los hechos inventados. No se trata solamente de que no recordemos el antes y el después, sino que nuestros circuitos cerebrales son capaces de reinventar el pasado como si hubiera sido alguna vez realidad. Hasta tal punto que no podemos fiarnos de la memoria del pasado en absoluto; solo de los detalles más ínfimos.

Es estremecedor recapitular lo poco que sabemos del cerebro. ¿Cómo se ha podido vivir tantos años sin saber nada de nada de lo que nos estaba pasando por dentro? Para descubrir algo del futuro, para encontrar trabajo, por ejemplo, se estaba convencido de que el llamado ‘coeficiente intelectual’ tenía el secreto de lo que se nos venía encima. El denominado, erróneamente, ‘coeficiente intelectual’ nos servía para determinar nuestro trabajo ideal. Han tenido que pasar décadas antes de que nos diéramos cuenta de que un porcentaje elevadísimo del paro juvenil se debía a nuestro empeño en identificar el trabajo que mejor nos convenía. Tendíamos a basar nuestras vidas y nuestro trabajo en las competencias que habían servido durante la revolución industrial, no en las que precisan en la sociedad del conocimiento.

Para encontrar trabajo hoy en día, es imprescindible dominar algunas de las disciplinas necesarias para moverse en el mundo digital, saber gestionar las emociones que mueven a la gente, conocer el entramado inicial que permita explotar a fondo la intuición en lugar de la razón y, por supuesto, descubrir cómo innovar mediante el uso de las redes sociales.

Desconocíamos totalmente el papel de las ideas y no solo de los dogmas. ¿Alguien se ha fijado en el papel sobredimensionado que han representado los dogmas en lugar de los sentimientos? La mayoría de las parejas con hijos, de las escuelas, de los empresarios estaban convencidos de que lo importante era profundizar en lo que uno supuestamente ya sabía. Ni se atisbaba la posibilidad de que competencias afines fueran más importantes que la propia especialidad.

Hoy empezamos a descubrir que la capacidad de comunicación y de empatizar con los demás tiene tanta o mayor importancia que la propia especialidad. Es totalmente necesario conciliar hoy la empatía, el afecto, con el conocimiento. Resulta que tenían toda la razón del mundo aquellos que se dieron cuenta de que los ratones que eran lamidos de forma repetida por sus madres tenían una esperanza de vida mayor que la de los ratones que no fueron lamidos por sus madres.

Es cierto que tienen su importancia la educación y salud física para el entramado mental, sanguíneo y el funcionamiento de los órganos. Pero no puede olvidarse que hay distintos modos de percibir lo que está ocurriendo; el afecto o el rechazo pueden violentar, sin que lo sospecháramos, la percepción del proceso.

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Vídeo Lectura del capítulo 3. I Un Curso de Milagros: Expiación sin sacrificio.

Un Curso De Milagros

 Capítulo 3

LA PERCEPCIÓN INOCENTE

Expiación sin sacrificio

Hay otro punto que debe quedar perfectamente claro antes de que pueda desaparecer cualquier residuo de temor que aún esté asociado con los milagros. La crucifixión no estableció la Expiación; fue la resurrección la que lo hizo. Son muchos los cristianos sinceros que no han entendido esto correctamente. Nadie que esté libre de la creencia en la escasez podría cometer tal equivocación. Si se examina la crucifixión desde un punto de vista invertido, parece como si Dios hubiese permitido, e incluso fomentado, el que uno de Sus Hijos sufriese por ser bueno. Esta desafortunada interpretación, que surgió como resultado de la proyección, ha llevado a muchas personas a vivir sumamente atemorizadas de Dios. Tales conceptos anti-religiosos se infiltran en muchas religiones. El auténtico cristiano, sin embargo, debería hacer una pausa y preguntarse: "¿Cómo iba a ser posible esto? ¿Cómo iba a ser posible que Dios Mismo fuese capaz de albergar el tipo de pensamiento que Sus Propias palabras han señalado claramente que es indigno de Su Hijo?"
La mejor defensa, como de costumbre, consiste en no atacar la posición de otro, sino más bien en proteger la verdad. No es muestra de gran sensatez aceptar un concepto si para justificarlo tienes que invertir todo un marco de referencia. Este procedimiento es doloroso en sus aplicaciones menores, y verdaderamente trágico en una escala mayor. Con frecuencia la persecución termina siendo un intento de "justificar" la terrible y errónea percepción de que Dios Mismo persiguió a Su Propio Hijo en nombre de la salvación. Ni siquiera las mismas palabras tienen sentido. Superar esto ha sido sumamente difícil, pues si bien este error no es más difícil de corregir que cualquier otro, son muchos los que no han estado dispuestos a abandonarlo en vista de su eminente valor como defensa. Un ejemplo menos dramático es el del padre que dice: "Esto me duele a mí más que a ti" y se siente exonerado al darle una paliza a su hijo. ¿Crees que nuestro Padre piensa realmente así? Es tan esencial eliminar cualquier pensamiento de este tipo que debemos asegurarnos de que nada semejante permanezca en tu mente. Yo no fui "castigado" porque fueses malo. La lección completamente benévola que la Expiación enseña se echa a perder si se mancilla con cualquiera de las formas en que esta clase de distorsión se manifiesta.
La afirmación: "Mía es la venganza, dice el Señor" es una percepción falsa mediante la cual uno le atribuye a Dios su propio pasado "malvado". Ese pasado "malvado" no tiene nada que ver con Dios. Él no lo creó, ni tampoco lo sustenta. Dios no cree en el castigo. Su Mente no crea de esa manera. Dios no tiene nada contra ti por razón de tus "malas" acciones. ¿Cómo sería posible entonces que me hubiese acusado a mí por ellas? Asegúrate de que reconoces cuán absolutamente imposible es esta suposición, y también de que procede enteramente de la proyección. Este tipo de error es responsable de una multitud de errores similares, incluyendo la creencia de que Dios rechazó a Adán y lo expulsó del Jardín del Edén. Quizá por eso piensas a veces que no te estoy guiando bien. He tomado las máximas precauciones para usar palabras que sean casi imposible de distorsionar, pero siempre es posible tergiversar los símbolos si así se desea.
El sacrificio es una noción que Dios desconoce por completo. Procede únicamente del miedo, y los que tienen miedo pueden ser crueles. Cualquier forma de sacrificio es una violación de mi exhortación de que debes ser misericordioso al igual como nuestro Padre en el Cielo lo es. A muchos cristianos les ha resultado difícil darse cuenta de que esto les atañe a ellos. Los buenos maestros nunca aterrorizan a sus estudiantes. Aterrorizar es atacar, y como resultado de ello se produce un rechazo de lo que el maestro ofrece, malográndose así el aprendizaje.
Se me ha llamado correctamente "el cordero de Dios que quita los pecados del mundo" mas quienes representan al cordero manchado de sangre no entienden el significado del símbolo. Si se entiende correctamente, es un símbolo muy simple que habla de mi inocencia. El león y el cordero tendidos el uno junto al otro simbolizan que la fuerza y la inocencia no están en conflicto, sino que viven naturalmente en paz. “Bienaventurados los puros de corazón porque ellos verán a Dios” es otra forma de decir lo mismo. Una mente pura conoce la verdad y en eso radica su fuerza. No confunde la destrucción con la inocencia porque asocia la inocencia con la fuerza y no con la debilidad.
La inocencia es incapaz de sacrificar nada porque la mente inocente dispone de todo y sólo se esfuerza por proteger su plenitud. No puede proyectar. Tan sólo puede honrar a otras mentes porque honrar a otros es el saludo natural de los verdaderamente amados hacia los que son como ellos. El cordero "quita los pecados del mundo" en el sentido de que el estado de inocencia, o gracia, es uno en que el significado de la Expiación es perfectamente obvio. La Expiación carece por completo de ambigüedad. Es perfectamente inequívoca porque existe en la luz. Únicamente los intentos de ocultarla en las tinieblas han hecho que sea inaccesible para aquellos que eligen no ver.
La Expiación de por sí sólo irradia verdad. Es, por lo tanto, el epítome de la mansedumbre y derrama únicamente bendiciones. No podría hacer eso si procediese de cualquier otra fuente que no fuese la perfecta inocencia. La inocencia es sabiduría porque no tiene conciencia del mal; y el mal no existe. No obstante, es perfectamente consciente de todo lo que es verdad. La resurrección demostró que nada puede destruir a la verdad. El bien puede resistir cualquier clase de mal, al igual que la luz disipa cualquier clase de obscuridad. La Expiación es, por lo tanto, la lección perfecta. Es la demostración concluyente de que todas las demás lecciones que enseñé son ciertas. Si puedes aceptar esta generalización ahora, no tendrás necesidad de aprender muchas otras lecciones de menor importancia. Basta con que creas esto para que te liberes de todos tus errores.
La inocencia de Dios es el verdadero estado mental de Su Hijo. En ese estado tu mente conoce a Dios, pues Dios no es algo simbólico; Dios es un Hecho. Cuando conoces a Su Hijo tal como es, te das cuenta de que la Expiación, y no el sacrificio, es la única ofrenda apropiada para el altar de Dios, en el que sólo la perfección tiene cabida. El entendimiento de los inocentes es la verdad. Por eso es por lo que sus altares son verdaderamente radiantes.

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