La infancia encadenada... Día Mundial contra la Esclavitud Infantil.
El 16 de abril es el "Día Internacional contra la Esclavitud Infantil", un día duro, triste, oscuro, demoledor. Como lo son las cifras de diferentes organismos internacionales, que nos hablan de más de millones de vidas robadas a niños que son convertidos en mercancía y mano de obra barata, un mapa de esclavitud que mancha nuestro mundo de un confín a otro, y no solo no deja de ser actualidad, sino que continua una linea ascendente.
Y el gran problema es que en muchos países es un uso consentido, sino tolerado, y en otros en los que ponemos el grito en el cielo cuando escuchamos testimonios e historias sobre el tema, parece que nos hemos acostumbrado al sufrimiento, a la existencia de este tipo de aberraciones. No parece nuestro problema, no es algo que nos afecte. ¡Y que equivocados estamos!, si tan solo hace poco más de un siglo que en España eran noticia, titulares como el que os traigo:
"Los niños no trabajarán más de ocho horas"
"13 de marzo de 1900. Las cortes han aprobado una ley, remitida por el ministerio de Gobernación, por la que se prohíbe trabajar a los
menores de ambos sexos que no hayan cumplido los diez años. Serán admitidos al trabajo los mayores de diez y menores de catorce, por tiempos que no excederán de seis horas diarias en las industrias, ni de ocho en los comercios; en ambos casos, los descansos no serán inferiores a una hora", Noticia recogida en Crónica del siglo XX de Plaza Janes.
¡Qué benévolos eramos no!, ocho horas como jornada laboral para un niño de diez años, bueno si era en una fábrica seis, y siendo justos con un descanso de una hora. ¿Quién no tiene hijos o sobrinos de esa edad?, ¿los imagináis trabajando en una fábrica? Seguro que no, y eso que este es uno de los testimonios más suaves que podemos encontrar; lo que nuestros ojos se niegan a ver porque es demasiado doloroso para hacerse participe de ello es lo que os dejo a continuación.
Son historias como las de...
Mohammad Faisal, con tan solo 12 años tiene dos trabajos para dar de comer a su familia en Bangladesh. Primero reparte periódicos y después conduce un minibús.
Bala, como toda su familia, trabaja en una fábrica. Con ocho años pasa el día entero haciendo ladrillos para poder comer, pese a que apenas logran juntar cuatro euros al día entre todos.
Farras Khan Shinwari, también trabaja en una fábrica de ladrillos, en Pakistán. Aunque él es de Afganistán, país que tuvo que abandonar como refugiado. Su jornada de 12 horas diarias es recompensada con menos de un euro, y además junto a él trabajan sus hermanitos de 2 y 3 años, por su poco peso son los encargados de dar la vuelta a los ladrillos en el secadero, para que estos no se deformen.
Ajad y Marukh no recuerdan lo que es jugar, porque aunque ahora tienen ya 10 años, llevan trabajando en la industria de la seda desde los 5 en Ramanagaram, en la India.
Lintang, un genio de las matemáticas, hijo de un pescador, que recorría casi cien kilómetros al día en su bicicleta para poder asistir al escuela. Se levantaba a las cuatro de la mañana para poder llegar a tiempo, y a menudo se veía obligado a atravesar zonas pantanosas infectadas de cocodrilos. Con la muerte de su padre tuvo que abandonar la escuela para hacerse cargo de toda su familia, siendo solo un niño.
"Hemos de tener grandes sueños, grandes sueños, Boi, y es en la escuela donde iniciamos ese camino. No abandones, Boi. No abandones jamás... Tenemos que continuar con nuestra educación para que nuestros hijos no tengan que ir a una escuela como esta, para que no seamos tratados de un modo injusto" Lintang.
Esclavitud Infantil
Pomabhai es un chico de 12 años, que trabaja con su hermana en la industria de la seda; no puede asistir a la escuela como sus dos hermanos menores, ya que el sueldo de camarero de su padre no les da para comer.
El último testimonio que he elegido es el un niño muy especial, Iqbal Masih, que fue entregado por sus padres cuando tenía cuatro años para saldar una deuda familiar, unas 600 rupias (12 dólares), que además se iban incrementando por los intereses, de forma que casi era imposible de amortizar. Hablamos de la práctica del "plaishgee", según la cual las familias entregaban a sus hijos para que saldasen las deudas contraídas, a cambio de su trabajo, por el que percibían un misero salario, lo que les ataba a su patrón hasta que se hubiesen restituido la cantidad adeudada.
El pequeño heroe, Iqbal Masih.
Son las cuatro de la mañana y como cada día Iqbal se levanta para acudir al taller, allí pasará 15 horas encadenado a un telar tejiendo alfombras. Y aún tiene que estar contento, porque su patrón actual al menos no le maltrata y le da palizas. El dolor de sus piernas es insorpotable, tanto que le impide dormir, tiene 10 años y por estatura aparenta ser un niño de 6. Algún día será libre y podrá acudir a la escuela y empezar Primaria, ese es su sueño.
Esclavitud Infantil
Mientras él trabaja, nada sabe de que la Corte Suprema acaba de prohibir el "plaishgee", y de que el Bhatta Mazdoor Mahaz (BMM) lucha por defender los derechos de los trabajadores, casi esclavos de los patronos de las fábricas. Pero el destino si quiere saber de él, y así será como al BMM, fundado por Ehsan Khan en 1967, que acabará convirtiéndose en el Frente de liberación del trabajo forzado (BLLF), en un mitín de esa organización. Esta organización acabará consiguiendo saldar la deuda de la familia y enviar a Iqbal a la escuela.
Un mundo nuevo que se abre ante él que devora con entusiasmo, determinación y una convicción fuera de lo normal. Porque lejos de olvidar lo vivido y enterrarlo bajo mil llaves en su corazón, este pequeño héroe se acabará convirtiendo en un líder infantil que denuncia las condiciones laborales y abusos que padecen miles de niños. Convirtió su sufrimiento y dolor en una lección de vida, en un testimonio de denuncia.
Fue uno de los protagonistas del documental que da nombre al post de hoy, "La infancia encadenada", donde daba testimonios tan valientes como cuando dijo...
“Ahora no tengo miedo, es mi patrón quien me tiene miedo” Iqbal Masih.
Traspasó fronteras, viajó a Suecia, a Boston donde recibió el galardón "Reebok de los Derechos Humanos" y adquirió una notoriedad que le puso en el punto de mira de aquellos que veían peligrar su rentable forma de vida a costa de la esclavitud de sus trabajadores. Y si recordáis a nuestra valiente Malala Yousafzai, la candidata más joven al Premio Nobel de la Paz, que enmudeció a la ONU defendiendo el derecho que cualquier niño a recibir una educación tras sufrir un intentó de asesinato a manos de los talibanes (ver su historia). Podéis imaginar el final que le esperaba a nuestro valiente Iqbal, fue asesinado por múltiples disparos un 16 de abril de 1995 cuando apenas contaba con 12 años, y desde entonces se recuerda en este día, la lucha contra la esclavitud infantil que tan valientemente defendió nuestro pequeño héroe.
“Hoy, ustedes son libres y yo también” Iqbal Masih.
Dijo Roland Angener que nueve años de estudios pueden dar a una persona herramientas para transformar su vida e incluso sacarla de la pobreza, y sin embargo a niño como Iqbal, Lintang, Bala, Mohammad, Pomabhai, Ajad, Marurkh o Farras, se les encadena a jornadas interminables de trabajo en condiciones de absoluta esclavitud, negándoles cualquier oportunidad de futuro.
Tenemos que devolver lo que nunca fue nuestro, ni lo será jamás, porque...
"Un niño no es una propiedad, no solo forma parte como ser individual de nuestra sociedad, sino que representa su futuro. Dí
#noalaesclavitud"
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