miércoles, 26 de noviembre de 2014

REFLEXIÓN DEL DÍA… “Los recuerdos han comenzado a aflorar y esto se debe al trabajo interno que estamos haciendo, debemos tomarlos como parte natural de nuestra naturaleza energética. Somos almas viejas, venimos desde el principio de la creación. Somos tan antiguos que no tenemos el alcance de entenderlo. Por ahora nuestra alma nos ayuda con flashes de recuerdos, los cuales alumbran como las luciérnagas el Camino de Regreso. Somos ciegos, sordos y mudos ante la grandiosidad del universo. Somos pequeñas luces en el firmamento, anhelando el despertar del pensamiento. Somos como la noche queriendo atrapar en el alma el resplandor de la LUZ ETERNA. Tan solo debemos abrir las puertas del corazón y cuando lo hagamos, iluminará en nosotros el AMOR, alejando para siempre la oscuridad profana que marchita las esperanzas sin condición, haciéndonos sentir víctimas, de la orfandad humana”… Camino del Ser.

Lección 57 Repaso 7 (lecciones 31-35).wmv

Un Curso De Milagros
Un Curso De Milagros

LECCIÓN 57

Repaso de las lecciones 31 - 35

Repasemos hoy las siguientes ideas:
(31) No soy víctima del mundo que veo.
¿Cómo puedo ser la víctima de un mundo que podría quedar completamente des-hecho si así lo eligiese? Mis cadenas están sueltas. Puedo desprenderme de ellas sólo con desearlo. La puerta de la prisión está abierta. Puedo marcharme en cualquier momento sólo con echar a andar. Nada me retiene en este mundo. Sólo mi deseo de permanecer aquí me mantiene prisionero. Quiero renunciar a mis desquiciados deseos y caminar por fin hacia la luz del sol.
(32) He inventado el mundo que veo.
Yo mismo erigí la prisión en la que creo encontrarme. Basta con que reconozca esto y quedo libre. Me he engañado a mí mismo al creer que era posible aprisionar al Hijo de Dios. He estado terriblemente equivocado al creer esto, y ya no lo quiero seguir creyendo. El Hijo de Dios no puede sino ser libre eternamente. Es tal como Dios lo creó y no lo que yo he querido hacer de él. El Hijo de Dios se encuentra donde Dios quiere que esté y no donde yo quise mantenerlo prisionero.
(33) Hay otra manera de ver el mundo.
Dado que el propósito del mundo no es el que yo le he asignado, tiene que haber otra manera de verlo. Veo todo al revés y mis pensamientos son lo opuesto a la verdad. Veo el mundo como una prisión para el Hijo de Dios. Debe ser, pues, que el mundo es realmente un lugar donde él puede ser liberado. Quiero contemplar el mundo tal como es y verlo como un lugar donde el Hijo de Dios encuentra su libertad.
(34) Podría ver paz en lugar de esto.
Cuando vea el mundo como un lugar de libertad, me daré cuenta de que refleja las leyes de Dios en lugar de las reglas que yo inventé para que él obedeciera. Comprenderé que es la paz, no la guerra, lo que mora en él. Y percibiré asimismo que la paz mora también en los corazones de todos los que comparten este lugar conmigo.
(35) Mi mente es parte de la de Dios. Soy muy santo.
A medida que comparto la paz del mundo con mis hermanos empiezo a comprender que esa paz brota de lo más profundo de mí mismo. El mundo que contemplo ha quedado iluminado con la luz de mi perdón y refleja dicho perdón de nuevo sobre mí. En esta luz empiezo a ver lo que mis ilusiones acerca de mí mismo ocultaban. Empiezo a comprender la santidad de toda cosa viviente, incluyéndome a mí mismo, y su unidad conmigo.
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