miércoles, 5 de marzo de 2014

CEREBROS MOLDEABLES

TIEMPO PARA DESPERTAR

LA REALIDAD QUE NO VEMOS

EL FANATISMO QUE DOMINA Y ESCLAVIZA AL MUNDO ENTERO

UN COMPROMISO PARA DERROTAR AL CAPITALISMO ESCLAVISTA

Desde la sombra (E64). La familia Bush y los cadáveres en su armario – Video en RT



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Lo malo no es el cambio que parece presionar desde fuera a quien internamente quiere quedarse estático. Lo malo es esa resistencia a reconocerse como parte de este Universo en constante transformación. Todo cambia. Y ten en cuenta que el movimiento no tiene que ser caótico aunque así lo sientas.Todo tiene un orden; incluso el caos. Así que conserva la paz de tu corazón mientras todo se transforma. Mientras tú mismo te transformas y te mueves en la dirección que tu corazón quiere llevar. Confía en Dios. Confía en la naturaleza. Confía en la vida. Confía en ti: todo estará bien. No temas a lo que parece quitarte la transformación. Conservarás lo esencial. Participa con entusiasmo y ábrete a todo lo nuevo que te traerá. En su momento tendrás que elegir de nuevo y volverás a (o tendrás que) conservar lo esencial para ir a donde debes (o quieres) y transformarás una vez más todo lo que es necesario. Dios te ayudará a hacerlo y te acompañará en el proceso.

Todo estará bien. Hace poco dije que lo único que necesitamos para dejar de sufrir es soltar lo que nos hace sufrir. Y algunas personas me dijeron que hay situaciones en las que esto no es cierto, o situaciones en las que es demasiado laborioso o doloroso hacerlo. Bien, debo reconocer que hay una segunda parte en la receta. Una segunda parte que no se mencionó y que se aplica a esas otras situaciones en las que el dolor no se va al intentar soltarlo. Esa segunda parte es el compromiso con lo que uno es o lo que uno quiere (cuídate de querer solamente las cosas que te hacen bien). Comprometerte a cambiar es comprometerte a alinear tu Voluntad con tu Esencia.

Hay que tener sentido común y saber que hay por lo menos dos situaciones básicas que nos pueden causar infelicidad: abrazar lo que nos daña y no tomar lo que necesitamos. Desde luego, si estás sujetando un carbón encendido deberás soltarlo, esta es la forma de proceder en este caso. Pero si tienes hambre, la cosa no cambiará con el hecho de que trates de “soltarla”, o de pensar que no necesitas alimento, o que todo cambiará pronto; lo que necesitarás en este caso es comprometerte a conseguir alimento.

Esto es muy simple y muy efectivo. Y puede aplicarse tanto a los asuntos físicos como a los emocionales.

En un sentido, comprometerse a cambiar es también otra forma de soltar. Comprometerse fielmente con lo que uno quiere es una forma de soltar completamente lo que uno no quiere. Cambiar es alinearse con lo que uno es verdaderamente y pactar la búsqueda de lo que queremos.

El Loco
http://www.tuluzinterior.com/

https://www.facebook.com/events/689270477784153/
El instante santo y la atracción de Dios

Vídeo del capítulo 15. IX. Un Curso de Milagros


Un Curso De Milagros

Capítulo 15

El instante santo y la atracción de Dios

Tal corno el ego quiere que la percepción que tienes de tus hermanos se límite a sus cuerpos, de igual modo el Espíritu Santo quiere liberar tu visión para que puedas ver los Grandes Rayos que refulgen desde ellos, los cuales son tan ilimitados que llegan hasta Dios. Este cambio de la percepción a la visión es lo que se logra en el instante santo. Mas es necesario que aprendas exactamente lo que dicho cambio entraña, para que por fin llegues a estar dispuesto a hacer que sea permanente. Una vez que estés dispuesto, esta visión no te abandonará nunca, pues es permanente. Cuando la hayas aceptado corno la única percepción que deseas, se convertirá en conocimiento debido al papel que Dios Mismo desempeña en la Expiación, pues es el único paso en ella que Él entiende. Esto, por lo tanto, no se hará de esperar una vez que estés listo para ello. Dios ya está listo; tú no.
Nuestra tarea consiste en continuar, lo más rápidamente posible, el ineludible proceso de hacer frente a cualquier interferencia y de verlas a todas exactamente como lo que son. Pues es imposible que reconozcas que lo que crees que quieres no te ofrece absolutamente ninguna gratificación. El cuerpo es el símbolo del ego, tal como el ego es el símbolo de la separación. Y ambos no son más que intentos de entorpecer la comunicación y, por lo tanto, de imposibilitarla. Pues la comunicación tiene que ser ilimitada para que tenga significado, ya que sino tuviese significado te dejaría insatisfecho. La comunicación sigue siendo, sin embargo, el único medio por el que puedes entablar auténticas relaciones, que al haber sido establecidas por Dios, son ilimitadas.
En el instante santo, en el que los Grandes Rayos reemplazan al cuerpo en tu conciencia, se te concede poder reconocer lo que son las relaciones ilimitadas. Mas para ver esto, es necesario renunciar a todos los usos que el ego hace del cuerpo y aceptar el hecho de que el ego no tiene ningún propósito que tú quieras compartir con él. Pues el ego quiere reducir a todo el mundo a un cuerpo para sus propios fines, y mientras tú creas que el ego tiene algún fin, elegirás utilizar los medios por los que él trata de que su fin se haga realidad. Mas esto nunca tendrá lugar. Sin embargo, debes haberte dado cuenta de que el ego, cuyos objetivos son absolutamente inalcanzables, luchará por conseguirlos con todas sus fuerzas, y lo hará con la fortaleza que tú le has prestado.
Es imposible dividir tu fuerza entre el Cielo y el infierno, o entre Dios y el ego, y liberar el poder que se te dio para crear, que es para lo único que se te dio. El amor siempre producirá expansión. El ego es el que exige limites, y éstos representan sus exigencias de querer empequeñecer e incapacitar. Si te limitas a vera tu hermano como un cuerpo, que es lo que harás mientras no quieras liberarlo del mismo, habrás rechazado el regalo que él te puede hacer. Su cuerpo es incapaz de dártelo, y tú no debes buscarlo a través del tuyo. Entre vuestras mentes, no obstante, ya existe continuidad, y lo único que es necesario es que se acepte su unión para que la soledad desaparezca del Cielo.
Sólo con que le permitieses al Espíritu Santo hablarte del Amor que Dios te profesa y de la necesidad que tienen tus creaciones de estar contigo para siempre, experimentarías la atracción de lo eterno. Nadie puede oír al Espíritu Santo hablar de esto y seguir estando dispuesto a demorarse aquí por mucho más tiempo. Pues tu voluntad es estar en el Cielo, donde no te falta nada y donde te sientes en paz, en relaciones tan seguras y amorosas que es imposible que en ellas haya límite alguno. ¿No desearías intercambiar tus irrisorias relaciones por esto? Pues el cuerpo es insignificante y limitado, y sólo aquellos que desees ver libres de los límites que el ego quisiera imponer sobre ellos, pueden ofrecerte el regalo de la libertad.
No tienes la menor idea de los limites que le has impuesto a tu percepción ni de toda la belleza que podrías ver. Pero recuerda esto: la atracción de la culpabilidad es lo opuesto a la atracción de Dios. La atracción que Dios siente por ti sigue siendo ilimitada, pero puesto que tu poder es el Suyo, y, por lo tanto, tan grande como el de Él, puedes darle la espalda al amor. La importancia que le das a la culpabilidad se la quitas a Dios. Y tu visión se torna débil, tenue y limitada, pues has tratado de separar al Padre del Hijo y de limitar su comunicación. No busques la Expiación en mayor separación, ni limites tu visión del Hijo de Dios a lo que interfiere en su liberación y a lo que el Espíritu Santo tiene que deshacer para liberarlo. Pues es su propia creencia en la limitación lo que lo ha aprisionado,
Cuando el cuerpo deje de atraerte y ya no le concedas ningún valor como medio de obtener algo, dejará de haber entonces interferencia en la comunicación y tus pensamientos serán tan libres como los de Dios. A medida que le permitas al Espíritu Santo enseñarte a utilizar el cuerpo sólo como un medio de comunicación y dejes de valerte de él para fomentar la separación y el ataque, que es la función que el ego le ha asignado, aprenderás que no tienes necesidad del cuerpo en absoluto. En el instante santo no hay cuerpos, y lo único que experimenta es la atracción de Dios. Al aceptarla como algo completamente indiviso te unes a Él por completo en un instante, pues no quieres imponer ningún limite en tu unión con Él. La realidad de esta relación se convierte en la única verdad que jamás podrías desear. Toda verdad reside en ella.
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