martes, 17 de septiembre de 2013

Cambios sin precedentes

…..en una época de cambios externos sin precedentes en las esferas políticas y sociedades, hay un reto interno fundamental que afronta cada uno de nosotros, Krishnamurti señala que cifrar nuestras esperanzas en la religión, política o en la economía de mercado, no solo NO consigue resolver los problemas básicos humanos, sino que en la realidad los crea; a causa de la subordinación a la “autoridad” de los expertos, de los sacerdotes y de los gurúes; fracasamos con consecuencias perniciosas, en la exploración del propósito de nuestras vidas. 

Por qué no miramos y comprendemos nuestro desorden interno, nuestros propios estados de percepción, sentimiento y pensamiento, por qué escapamos hacia distintas formas de auto gratificación o de lealtad neurótica tales como el nacionalismo o la ciega fe religiosa?

La Promesa de la Paz Mundial
Esa Gran Paz por cuya realización han suspirado durante siglos los hombres de buena voluntad (..) se encuentra, por fin, al alcance de las naciones. Por vez primera en la historia se hace posible mirar el planeta entero, con toda la miríada de sus pueblos diversos, desde una misma perspectiva. La paz del mundo no sólo es posible, sino que es inevitable. Representa la nueva fase en la evolución de este planeta, o en palabras de un gran pensador, la «planetización de la humanidad».

El género humano, en tanto unidad orgánica diferenciada, ha discurrido a través de las etapas de infancia y niñez, y se encuentra ahora culminando el período de su turbulenta adolescencia, en la antesala de su tan esperada llegada a la madurez (..).

Ha llegado la hora cuando los que predican los dogmas del materialismo, sean del Este o del Oeste, sean del capitalismo o del socialismo, deben rendir cuentas del liderazgo que han pretendido ejercer. ¿Dónde está el «nuevo mundo» prometido por esas ideologías? ¿Dónde está la paz internacional a cuyos ideales proclamaban rendir devoción? ¿Dónde quedan las conquistas y logros culturales que habían de producirse con el engrandecimiento de esta raza, de esa nación o de aquella clase particular? ¿Por qué la inmensa mayoría de las gentes del mundo zozobran en el hambre cuando riquezas imposibles de soñar por faraones, césares o incluso por las potencias imperialistas del siglo diecinueve, se encuentran a disposición de los actuales árbitros del destino humano? (..).

Es claro que se requieren esfuerzos urgentes para remediarlo. Se trata fundamentalmente de una cuestión de actitud. ¿Persistirá la humanidad en su porfía, aferrándose a conceptos gastados y presupuestos impracticables? 0 bien ¿darán sus líderes un paso adelante, prescindiendo de ideologías, y con voluntad resuelta consultarán en la búsqueda solidaria de soluciones adecuadas? (...).

(...) en esencia, la paz se funda en un estado interior alentado por una actitud espiritual o moral, y es sobre todo llamando a esa actitud como surge la posibilidad de hallar soluciones duraderas (...).

El orden mundial sólo puede cimentarse tomando firme conciencia de la unidad de la humanidad, verdad ésta que todas las ciencias humanas confirman. La antropología, la fisiología y la psicología reconocen la existencia de una sola especie, si bien infinitamente variada en los aspectos secundarios de la vida. Reconocer esta verdad requiere abandonar toda clase de prejuicios, sean de raza, clase, color, credo, nación, género, grado de civilización y, en general, de todo cuanto sirve de excusa para que ciertas personas se consideren superiores a otras (...).


" Texto tomado de Los Bahá'ís, publicación de la Comunidad Internacional Bahá'í "

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