no le asignes nuevas interpretaciones. No te fortalezcas contra él. No le pongas nuevas etiquetas. No te vuelvas un experto. Sólo suéltalo. Acepta un nuevo concepto para el hombre o la mujer inteligente: aquél o aquélla que no sufren. Aquél o aquélla que no se dañan. Aquél o aquélla que no lastiman a otros, porque se ven en los demás. Ahora lo difícil: nuestros enemigos no existen. Nuestros problemas económicos tampoco. No existen las cosas que nos causan sufrimiento. Un poco más allá: propiamente dicho, nuestros pecados, nuestra ignorancia y nuestro dolor no existen tampoco. Salvo que nos mantengamos en un estado de oscuridad, alejados de la luz, lanzando golpes al vacío. Una vez más: Abraza al Espíritu. Y si quieres dejar de lado el sufrimiento ¿porqué insistes en volverte a mirarlo con el pretexto de golpearlo y terminar con él? Déjalo atrás.
El Loco
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