martes, 17 de diciembre de 2013


Un Curso De Milagros

Capítulo 10

La negación de Dios

Los ritos del dios de la enfermedad son extraños y muy estrictos. En ellos la alegría está prohibida, pues la depresión es la señal de tu lealtad a él. La depresión significa que has abjurado de Dios. Son muchos los que tienen miedo de la blasfemia, mas no entienden lo que ésta es. No se dan cuenta de que negar a Dios es negar su propia Identidad, y en este sentido el costo del pecado es la muerte. Esto es así en un sentido muy literal: negar la vida hace que se perciba su opuesto, de la misma manera en que toda forma de negación reemplaza lo que existe con lo que no existe. Nadie puede realmente hacer esto, aunque es indudable que tú puedes pensar que puedes y creer que lo has hecho.
Mas no te olvides que negar a Dios dará lugar inevitablemente a la proyección, y creerás que son otros y no tú, los que te han hecho esto a ti. Es imposible que no recibas el mensaje que envías, pues ése es el mensaje que quieres. Tal vez creas que juzgas a tus hermanos por los mensajes que ellos te envían a ti, pero por lo que los juzgas es por los mensajes que tú les envías a ellos. No les atribuyas a ellos tu propia negación de tu alegría, o no podrás ver en ellos la chispa que te haría dichoso. Negar la chispa conduce a la depresión, pues siempre que ves a tus hermanos desprovistos de ella, estás negando a Dios.
Mantenerse fiel a la negación de Dios es la doctrina del ego. El dios de la enfermedad obviamente exige la negación de la salud, ya que la salud está en clara oposición a su propia supervivencia. Mas considera lo que esto significa para ti. A menos que estés enfermo no puedes conservar los dioses que inventaste, pues sólo estando enfermo podrías desearlos. La blasfemia, por lo tanto, es destructivo para el yo, pero no puede destruir a Dios. Blasfemar significa que estás dispuesto a no conocerte a ti mismo a fin de estar enfermo. Ésta es la ofrenda que tu dios exige, pues, al ser éste producto de tu demencia, no es más que una idea demente. Ésta se manifiesta de muchas maneras, pero si bien puede parecer ser muchas cosas diferentes no es sino una misma idea: la negación de Dios.
Parece como si la enfermedad y la muerte hubiesen entrado en la mente del Hijo en contra de la Voluntad del Padre. El "ataque a Dios" le hizo pensar a Su Hijo que era huérfano, y como resultado de su depresión inventó al Dios de la depresión. Ésa fue su alternativa a la dicha porque no estaba dispuesto a aceptar que, si bien era un creador, él mismo había sido creado. El Hijo, sin embargo, se encuentra desamparado sin el Padre, Quien constituye su única Ayuda.
Dije anteriormente que por tu cuenta no puedes hacer nada, pero tú no existes por tu cuenta. Pues si existieses por tu cuenta, lo que has hecho sería verdad y nunca te podrías escapar. Precisamente porque no te creaste a ti mismo es por lo que no tienes que preocuparse por nada. Tus dioses no son nada porque tu Padre no los creó. No puedes crear creadores que no sean como tu Creador, de la misma forma en que Él no habría podido crear un Hijo que no fuese como Él. Si la creación es compartir, no puede crear lo que no es igual a ella misma. Sólo puede compartir lo que ella es. La depresión es aislamiento, y, por lo tanto, no pudo haber sido creada.
Hijo de Dios, no has pecado, pero si has estado muy equivocado. No obstante, eso puede corregirse y Dios te ayudará, pues sabe que tú no puedes pecar contra Él. Lo negaste porque lo amabas, pues sabias que de reconocer tu amor por Él, no habrías podido negarle. Negarle significa, por lo tanto, que lo amas y que sabes que Él te ama a ti. Recuerda que tienes que haber conocido previamente lo que niegas. Y si aceptas la negación también puedes aceptar su des-hacimiento.
Tu Padre no te ha negado. Él no toma represalias, pero sí te pide que retornes. Cuando piensas que Él no ha respondido a tu llamada es porque tú no has respondido a la Suya. Te llama desde cada parte de la Filiación, debido al Amor que le profesa a Su Hijo. Si oyes Su mensaje Él te habrá respondido, y te harás consciente de Él si escuchas debidamente. El Amor de Dios está en todo lo que Él creó, pues Su Hijo está en todas partes. Contempla a tus hermanos en paz, y Dios no se demorará ni un instante en llegar a tu corazón como muestra de agradecimiento por la ofrenda que le haces.
No recurras al dios de la enfermedad para curar, sino sólo al Dios del amor, pues curar significa que Lo has reconocido. Cuando lo reconozcas sabrás que Él nunca ha dejado de reconocerte y que en Su reconocimiento de ti radica tu ser. No estás enfermo ni tampoco puedes morir. Pero te puedes confundir a ti mismo con cosas que mueren. Recuerda, no obstante, que hacer eso es una blasfemia, pues significa que estás contemplando sin amor a Dios y a Su creación, de la cual Él no puede estar separado.
Sólo lo eterno puede ser amado, pues el amor no muere. Lo que es de Dios es Suyo para siempre, y tú eres de Dios. ¿Cómo iba Él a permitirse a sí mismo sufrir? ¿Y cómo iba a ofrecerle a Su Hijo algo que no fuese aceptable para Él? Si te aceptases tal como Dios te creó, sería imposible que pudieses sufrir. Sin embargo, para aceptarte tal como Dios te creó tienes que reconocerlo a Él como tu Creador. Esto no se debe a que de negarte a ello se te fuese a castigar. Se debe simplemente a que reconocer a tu Padre es reconocerte a ti mismo tal como eres. Tu Padre te creó completamente libre de pecado, completamente libre de dolor y completamente a salvo de todo sufrimiento. Si niegas a tu Padre estarás invitando al pecado, al dolor y al sufrimiento a tu mente debido al poder que Él le dio. Tu mente es capaz de crear mundos, pero puede también negar lo que crea porque es libre.
No te das cuenta de cuánto te has negado a ti mismo, ni de cuánto Dios, en Su Amor, desea que no sea así. No obstante, Dios no interferiría en tus decisiones porque no podría conocer a Su Hijo si este no fuese libre. Interferir en tus decisiones sería atacarse a sí mismo, y Dios no está loco. Cuando lo niegas a Él eres  el que está loco. ¿Desearías que Él compartiese tu demencia? Dios nunca dejará de amar a Su Hijo y Su Hijo nunca dejará de amar a su Padre. Ésa fue la condición bajo la que la creación de Su Hijo tuvo lugar, la cual quedó establecida para siempre en Su Mente. Reconocer esto es cordura. Negarlo, demencia. Dios se dio a sí mismo a ti en tu creación, y Sus dones son eternos. ¿Te negarías acaso a entregarte a Él?
Como resultado de las ofrendas que Le haces, se le restituirá el Reino a Su Hijo. Su Hijo se excluyó a sí mismo de Su don al negarse a aceptar lo que había sido creado para él y lo que él había creado en el Nombre de su Padre. El Cielo espera su retorno, pues fue creado para ser la morada del Hijo de Dios. Tú no te sientes a gusto en ninguna otra parte ni en ningún otro estado. No te niegues la dicha que fue creada para ti a cambio de la infelicidad que tú mismo te has labrado. Dios te ha proporcionado los medios para deshacer lo que tú has hecho. Escucha y aprenderás a recordar lo que eres.
Si Dios sabe que Sus Hijos son completamente impecables*, es una blasfemia percibirlos como culpables. Si Dios sabe que Sus Hijos no pueden sufrir dolor alguno, es una blasfemia percibir sufrimiento en cualquier parte. Si Dios sabe que Sus Hijos son completamente dichosos, es una blasfemia sentirse deprimido. Todas estas ilusiones y las múltiples formas que la blasfemia puede adoptar, son negativas a aceptar la creación tal como es. Si Dios creó a Su Hijo perfecto, así es como debes aprender a considerarlo para que puedas conocer su realidad. Y como parte de la Filiación, así es como tienes que considerarte a ti mismo para que puedas conocer la tuya.
No percibas nada que Dios no haya creado o lo estarás negando a Él. Suya es la única Paternidad que existe, y es tuya solamente porque Él te la dio. Las ofrendas que te haces a ti mismo no tienen sentido, pero las ofrendas que les haces a tus creaciones son como las Suyas porque las haces en Su Nombre. Por eso tus creaciones son tan reales como las Suyas. Con todo, la verdadera Paternidad tiene que ser reconocido si es que se ha de conocer al verdadero Hijo. Crees que las cosas enfermizas que has fabricado son tus verdaderas creaciones porque crees que las imágenes enfermizas que percibes son los Hijos de Dios. Solo aceptando la Paternidad de Dios tendrás algo, porque Su Paternidad te lo dio todo. Por eso es por lo que negarlo a Él es negarte a ti mismo.
La arrogancia es la negación del amor porque el amor comparte y la arrogancia no. Mientras ambas cosas te parezcan deseables, el concepto de elección, que no procede de Dios, seguirá contigo. Si bien esto no es verdad en la eternidad, en el tiempo lo es, de modo que mientras el tiempo perdure en tu mente te verás obligado a elegir. El tiempo en sí es algo que tú elegiste. Si quieres recordar la eternidad, debes contemplar sólo lo eterno. Si permites que lo temporal te preocupe, estarás viviendo en el tiempo. Como siempre, tu elección estará determinada por lo que valores. El tiempo y la eternidad no pueden ser ambos reales porque se contradicen entre sí. Sólo con que aceptes lo intemporal como lo único que es real, empezarás a entender lo que es la eternidad y a hacerla tuya.

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