martes, 4 de febrero de 2014

"Tener un Rafael Correa británico es todavía ciencia ficción"

El artículo: "¿70 años con tropas foráneas? Debemos cerrar las bases", publicado el pasado 23 de enero en el diario The Guardian, cuestiona la presencia de soldados extranjeros "estacionados" en Gran Bretaña por décadas y reflexiona acerca de su utilidad en ese país.
El articulista Seuma Milne afirma que "quedan todavía 10.000 soldados estadounidenses en Gran Bretaña estacionados en docenas de bases secretas", la mayoría bajo el control norteamericano. Y añade que no hay la más mínima señal de su retiro en un futuro previsible. De ahí que se pregunta: "¿Qué hacen aquí?, ¿de qué nos están defendiendo?".
Milne señala también que la ansiedad de la élite política y militar de Londres con respecto a ganarse el disgusto o abandono de los estadounidenses "se choca con el creciente temor que el pueblo británico deje de tolerar las interminables guerras a las que Estados Unidos nos ha arrastrado en los últimos 15 años".
Indica, además, que "no es de extrañarse que el pueblo británico –al igual que el pueblo estadounidense y de otras naciones miembros de la OTAN- se haya endurecido contra el belicismo de occidente, debido a su historial de miserables fracasos". Menciona así los casos de Afganistán, Irak y Libia. "La OTAN se ha transformado en una alianza auto-declarada de defensa, en una fuerza colonial expedicionaria bajo la ya desacreditada retórica de fines humanitarios", recalca Milne.
El articulista asegura que Gran Bretaña no es la única "anfitriona" de bases estadounidenses, sino parte del archipiélago global de bastiones militares de ese país norteamericano, que actualmente se encuentran en la mayoría de los estados del mundo. "Es un moderno imperio con otro nombre", apunta.
"[…] Quienes se benefician de esto son sin duda los contratistas y fabricantes de armamentos, pero no se puede decir lo mismo del pueblo británico, mucho menos los pueblos que son agredidos. […] No hay duda que sería difícil desarticular los nexos militares y de inteligencia con EE.UU. y no hay escases de presión para disuadir la menor insinuación de desarticulación", indica.
"La idea de tener un Rafael Correa británico –el presidente ecuatoriano que cerró la base estadounidense en Manta en 2007, diciendo que reconsideraría la decisión si los estadounidenses le dejarían tener una base Miami—es todavía ciencia-ficción política", subraya.
Milne finaliza el artículo diciendo que "no existe ningún argumento para mantener las bases militares foráneas como defensa del país contra un enemigo inexistente. Deberían cerrarse en lugar de celebrar “asociaciones” cobardes con un imperio que aunque todavía es poderoso, ya está en declive. Gran Bretaña podría comenzar a tener una relación independiente con el resto del mundo".
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