viernes, 28 de agosto de 2015


La enfermedad como aprendizaje

Ciencia y espiritualidad
A través de la práctica de diversas técnicas, uno puede recordar que la esencia de la vida puede manifestarse sin la necesidad de recurrir a esta “escuela” que puede ser la enfermedad.
La enfermedad, como todas las limitaciones, es el olvido de tu luz. En este contexto, estar enfermo es algo por lo que elegimos pasar para darnos cuenta de ciertas cosas, pero el cuerpo físico está capacitado para vivir manteniéndose saludable muchos años más que el promedio de esperanza de vida que actualmente conocemos.
Cuando vivimos en la frustración, por no “conseguir” o expresar aquello que sentimos como la opción más alta o luminosa a la que podemos acceder, empezamos a vivir rodeados de bajas frecuencias y, obviamente, nuestra materia se empezará a corresponder con esas frecuencias, lo que nos puede llevar a experimentar desde stress a una enfermedad grave.
Desde cierto punto de vista, podríamos decir que enfermamos para atravesar por el cambio. La enfermedad se convierte entonces un proceso de crisis evolutiva que, en algún lugar de nuestro ser, elegimos transitar.
A través de la práctica de diversas técnicas uno puede recordar que la esencia de la vida puede manifestarse sin la necesidad de recurrir a esta “escuela” que puede ser la enfermedad, y experimentarse a sí misma sin “error”.
Se puede partir de este plano sin enfermar, como ciertamente lo hizo Paramahansa Yogananda. Cuando Yogananda vislumbra que ya había cumplido con lo que tenía que hacer, desencarna a voluntad, dejando tras de sí un cuerpo incorruptible, del cual se dice que hasta días después de su muerte olía a rosas. Definitivamente fue alguien que alcanzo un nivel de auto maestría y que pudo transitar por este camino humano recordando siempre su verdadera esencia. Nosotros también podemos hacer eso, todos nosotros.
Cuando hablamos de estas dos opciones, del vivir desde un estado armónico o en la enfermedad constante, aparece el tema de la libertad. ¿Por qué algunas personas expresan un estado y no el otro? Creo que cada persona elige las experiencias que necesita para seguir entendiendo su propia corriente de vida.
Juzgamos al otro ( y a nosotros mismos) sin entender este proceso. Es muy fácil mirar unos segundos en la vida del otro y emitir un juicio sobre su estado sin abrirnos a la idea de que estamos mirando solo unos instantes de una corriente de vida que es eterna. Entonces creemos que la vida es puro sufrimiento, pero no logramos aceptar que quizás el otro necesitaba esa experiencia para darse cuenta de algo que “más adelante” le servirá para expresar otros estados. Juzgamos la “película de la vida” (la propia y la de los demás) observando solo unos segundos de la misma.
Bien nos haría empezar a aceptar la libertad que tenemos para elegir expresar el estado que queramos, y también dejar que “el otro” exprese el tipo de vida o experiencia que necesite experimentar. ¿Quién soy yo para opinar sobre lo que otra persona eligió vivir? Puedo acompañar ese proceso, tener una actitud compasiva, pero lo que no podemos dejar de hacer es recordar siempre que estamos viviendo “nuestra voluntad”.
Por Lita Donoso
Psicóloga clínica de la Universidad de Chile, después de haber ejercido durante 25 años como terapeuta, en la actualidad se dedica a difundir esta revolucionaria metodología que desarrolló -como el resultado de sus investigaciones en ciencia y espíritu- y que enseña hace más de siete años.
Autora del libros  Best Sellers “El Método”, “El fin de la era del Miedo”  y “Sanaciones milagrosas” (Ed. Aguilar)  Publicados  en Argentina, Chile, España, México, Uruguay y Portugal.
Imagen cortesía de
Jo Thomas Blaine
 Tomado de: http://www.animalespiritual.com/


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