El drama sirio se acerca a su fin?
Fiódor Lukiánov,
para Rusia Hoy
En la epopeya siria ha tenido lugar un giro inesperado: Rusia le ha
ofrecido a Damasco que ponga bajo control internacional su armamento químico y
el gobierno sirio ha aplaudido la idea. La argumentación estadounidense para el
ataque se centraba precisamente en las sustancias tóxicas, en castigar a El
Asad por las armas de destrucción masiva.
La
opción del control internacional es muy acertada. En primer lugar saca el
debate de la estéril discusión sobre quién utilizó armas químicas, cuando se
defienden puntos de vista opuestos uno no se cree los argumentos de su
oponente. En segundo lugar da respuesta a las recriminaciones que ha recibido
Moscú, de entorpecer cualquier paso de Occidente sin proponer nada a cambio. En
tercer lugar ofrece una solución contra la que nadie tiene nada en contra.
Siria es uno de los pocos países que no ha firmado la Convención sobre la
Prohibición de Armas Químicas, y en caso de que se llevara a cabo este plan, se
apartaría de la circulación un peligroso arsenal hasta de su hipotética
utilización. En cuarto lugar esta oferta solo se puede llevar a cabo con el
trabajo conjunto y coordinado de Rusia, EE UU y la ONU,
con la mediación de un país respetado por su neutralidad (por ejemplo Suiza o
Suecia) y el gobierno sirio. Finalmente es una oportunidad para Moscú y
Washington de romper la densa telaraña de mutuo alejamiento que enturbia las
relaciones de los dos estados.
Rusia y Estados Unidos tienen una buena historia de
colaboración en el bloqueo de programas en terceros países en el ámbito de las
armas de destrucción masiva. Ya en los años de la guerra fría el espionaje
soviético, a pesar del enfrentamiento, informó a sus colegas estadounidenses
del programa nuclear de Sudáfrica, posteriormente Occidente y la URSS
presionaron de forma conjunta hasta obligar a Pretoria a detener sus
investigaciones. Después de la caída de la Unión Soviética, Rusia, al principio
de forma diplomática y política y posteriormente tecnológicamente, organizó con
la colaboración de los EEUU, el traslado de los arsenales nucleares de Ucrania,
Bielorrusia y Kazajstán hasta territorio ruso. En 2002 especialistas rusos y
estadounidenses, como escribió el Washington Post, "dentro del desarrollo
de lo que parecía una brillante operación militar", transportaron a Rusia
plutonio para armamento desde Yugoslavia, donde se encontraba desde que Josif
Tito intentara obtener armamento atómico. Si ahora se consiguiera un acuerdo de
acciones conjuntas para la neutralización del potencial químico sirio, sería
una seria confirmación de que Moscú y Washington siguen siendo líderes
responsables en lo tocante a las armas de destrucción masiva.
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