domingo, 17 de noviembre de 2013

La necesidad de la desilusión

Disillusionment 1La experiencia de la desilusión es común a todos. Podemos asegurar que en algún momento u otro, todo ser humano tuvo la experiencia de creer en algo que resultó no ser la verdad. El impacto inicial que se produce cuando la propia percepción del mundo resulta estar en desacuerdo con los hechos de la realidad puede ir de una leve desilusión a un sentimiento de abrumador trauma psicológico. 

Cualquiera sea el grado del engaño, el reconocimiento de que uno estuvo creyendo en una mentira es una dolorosa experiencia, no solo psicológicamente sino también físicamente. Como un puñetazo al estómago, uno puede sentir que se le ha sacado el aire. Y debido a que nuestras creencias sobre el mundo están interconectadas con otras creencias fijadas en nuestros cerebros, la destrucción de una creencia generalmente puede conducir a un colapso en cascada de muchas otras. 

Cuando una persona se enfrenta con hechos que contradicen los actuales sistemas de creencia, tienen una de dos opciones. La primera opción es entrar en modo negación rechazando los hechos como falsos con el fin de sostener el sistema de creencia elegido y continuar viviendo como antes. La segunda opción es aceptar la nueva evidencia e intentar reconstruir un nuevo paradigma interno o mapa de realidad que acomode la nueva información, lo cual podría significar el cuestionamiento de todas las demás creencias asociadas al modelo anterior. 

La segunda opción es difícil y requiere de una gran fortaleza para poder dejar ir las ideas preconcebidas que tiene uno y aceptar la evidencia nueva y real. La primera opción es fácil porque no requiere esfuerzo, dolor, tristeza o el reordenamiento de la vida o de los valores. También es más confortable, y debido a que los humanos habitualmente prefieren la comodidad por sobre el dolor, la primera opción es generalmente la opción por defecto. 

El momento exacto cuando una persona es conciente de hechos que se oponen a lo que se cree como verdad, experimenta lo que los psicólogos llaman disonancia cognitiva; es esa tensa e incómoda sensación que lo que uno ve está tan fuera de sincronía con lo que uno ya cree que es verdad, que la mente lo rechaza instantáneamente, aún cuando los hechos son obvios e indiscutibles. 

Es en el momento en que se experimenta una disonancia cognitiva (puedes reconocerlo por la tensión e incomodidad que dispara una reacción "reflejo") que tiene lugar la crucial batalla de la verdad sobre la ficción. Si una persona puede reunir la conciencia y fuerza de voluntad de no darse por vencido y tomar la ruta cómoda desechando inmediatamente de plano los hechos, y mantener la información conflictiva en sus mentes mientras experimentan concientemente los sentimientos negativos asociados con la disonancia cognitiva, la liberación resultante puede ser transformadora. ¡Debe experimentarse para creerse! 

Lo interesante acerca de nuestra tendencia a conservar los viejos sistemas de creencias, incluso cuando nos enfrentamos a evidencia real que demuestra lo contrario, es el factor de recompensa neuro-química. Estudios científicos han revelado que cuando experimentamos una disonancia cognitiva (la tensión y estrés producido cuando se nos presentan hechos que perjudican la percepción normal de la realidad de uno), la decisión (reacción reflejo) de ignorar la evidencia real y ocultar bajo la alfombra toda evidencia contradictoria causa que el cerebro libere ciertos químicos, haciéndonos felices y seguros nuevamente. 

Entonces, si creer en una ilusión nos hace sentir seguros, felices y cómodos, y si toda evidencia contradictoria nos causa dolor, desorientación y tristeza, ¿qué posible motivación puede haber para elegir atravesar el proceso de desilusión? 


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